Qué ingredientes psicológicos poseen los políticos demagogos
Los demagogos logran tener un sustancial éxito en la mente de sus seguidores, incluso llegarlos a tener como verdaderos fanáticos e irrenunciables ideológicos, a todo lo que expresan.
Se la creen de todas todas, pierden hasta el pensamiento crítico y compran todas las ideas que su héroe les propone.
Pero en el fondo están siguiendo a un experto en la retórica, en la desinformación y claramente apoyados en la propaganda y los medios de comunicación. Finalmente son objeto de manipulación. Lo que además nunca llegarán a admitir.
Una de las principales razones de su éxito es un uso simplificado del lenguaje, accesible a todo tipo de mentes, pero en vez de estar dirigido a la razón, se esmera en lanzar todo al mundo emocional, es decir a crear una serie de sentimientos que tengan que ver con el enojo, la tristeza, el miedo y la esperanza o deseos de un mundo mejor.
Al hablar de manera sencilla los temas más complejos y ponerlos al alcance del pueblo, llegan a convencer de que están bien informados y comprenden las cosas que se necesitan para progresar. Y así generar una mayor simpatía e identidad con los valores emocionales y sociales que se desean exhortar.
Pero también lo conjuga con promesas muy deseadas por el pueblo, aunque sean irrealizables.
Que suenen grandiosas y sumamente atractivas, como bajar el cielo y las estrellas, aunque esto no se pueda lograr, pero se escucha maravilloso.
Una estrategia muy utilizada por los grandes demagogos es el apropiarse de la agenda y manipular la información a su antojo. No importa cuánto la distorsionan, y a veces sin caer en la mentira, pero llegan a acomodar las cosas a su favor e intereses.
Una de las más gustadas y efectivas es el inventar enemigos o chivos expiatorios para crear un sentimiento de animadversión contra alguien, que se irá nutriendo progresivamente como parte de la manipulación emocional. Pueden ser los inmigrantes, los ricos, los aristócratas o incluso invasores del pasado en guerras anteriores.
Sin duda, son populistas, con un lenguaje coloquial, sencillo, directo y hasta simpático y dicharachero. Pero con ello logran caer bien y así llegar a explotar las necesidades básicas. Dando soluciones mágicas a problemas complejos, como son los temas de la salud, la vivienda o la seguridad.
Los demagogos son el opuesto de la democracia, usan su carisma personal para el beneficio propio, de sus ideologías o de sus partidos. Y tratar de mantenerse en el poder lo más que puedan.
Alertar al pueblo a que tenga cuidado y más pensamiento crítico, frente a esta plaga de vividores que se aprovechan de la ingenuidad e ignorancia de la gente.