Que el que quiera bailar, pague la música
Desde hace meses venimos escuchando a ciudadanos dispuestos a sacrificar su vida por nosotros; a, gratuitamente, inmolarse para servir, sin más objeto que su generosidad para con nosotros, cosa que, si quiero ser sincero, debo reconocer que no les agradecemos y muchos hasta criticamos. Personalmente me parecen terriblemente aburridas las campañas porque además de enfadosas nos cuestan, pues nuestro amado Gobierno es muy generoso con los partidos y les da un dineral para campañas y pa’ que vivan, y por eso me opongo a las campañas; si no nos costaran, pues entonces que cada quién gaste lo que le dé su gana en campañas y que el INE haga lo que hace bien, que es contar los votos y que deje de estar vigilando a todo el mundo, sus opiniones y actividades.
Llevamos meses con campañas más o menos disimuladas en las que prácticamente todos los candidatos han aburrido al personal en extremo. Claudita, que según los expertos va ganando, está nadando de muertito y repitiendo programas y frases del señor Presidente sin salirse del renglón, y de bruta que se sale de esa lección; pero, vamos, hasta a ella se ve que el tema ya la enfadó y yo creo que a ratos quisiera que este espectáculo se acabara y, como es natural, acepta como propios éxitos y fracasos del actual Gobierno, aunque no tiene la versatilidad de su jefe.
La señora Xóchitl, por su parte, la tiene más fácil, ya que sólo tiene que criticar todo y decir que ella lo va a hacer mejor y aguantar que el jefe máximo diga que ella es representante de las fuerzas oscuras que conspiran en contra de su Gobierno -que él considera como muy bueno-, pero tiene también dinero oficial para gastar en publicidad, si bien menos que la candidata oficial, pero sigue siendo mucho.
El señor Máynez la tiene más fácil porque sólo debe criticar a la segunda.
Al que sí se la pusieron más difícil es al señor Presidente, que tanto le gusta dirigirnos, a quien por esa absurda vigilancia del INE no lo dejan hablar, entonces, para no desobedecer va a hacer giras y a hablar de historia, que le gusta tanto, y ya inició con la historia del padre de la patria, don Miguel Hidalgo y Costilla, con quien nuestro primer mandatario comparte, por diferentes causas, su aborrecimiento por los españoles, ya que al cura libertador le caían gordos, como se demostró en la Alhóndiga de Granaditas y cuando en ese sitio degolló a un puño en las barranquitas; y al señor Presidente, no sé por qué razón, le caía gordo su abuelo, que tenía esa nacionalidad y prometió seguir con otros héroes patrios.
Lo cierto es que yo prefiero mil veces escuchar esas historias nacionales que tener que soportar las aburridísimas y costosas campañas cuando me cuesten, así que promovamos que cada quién pague sus campañas, que el que quiera bailar pague la música.
@enrigue_zuloaga