Que el hubiera no nos atrape
Es lunes, seis de la mañana. Como de costumbre, difundo la columna, riego plantas, atiendo las necesidades del cuerpo y las labores de la casa; me lanzo al Club Atlas, me reúno con Santiago Camarena para caminar y platicar. A las ocho, salgo disparado a comprar las flores que seleccionó Joaquín. ¿Quién no conoce a Joaquín, mi entrañable asistente desde hace décadas? A las nueve, vía Zoom, platico con Daniela Silva, mi “tumbaburros”, con quien hago la revisión inicial de la siguiente columna. En primer lugar, evaluamos la pertinencia y actualidad del tema. Hoy, por ejemplo, atrapados en la vorágine de la elección, queremos, necesitamos, escribir sobre otros ítems. Estamos cansados del cinismo del Presidente, de los excesos del Gobierno, de que piensen que somos tontos. Ya ven, ya estamos escribiendo de lo que no queremos. Vuelta a la página.
Ayer conocí a Bárbara Nicole. Como todos los domingos, comemos mi hermana Coco y yo. En su casa, conocí a una preciosa criatura de tres añitos y pues me puse a platicar con ella. Bárbara es hija de Esthela, quien trabaja con Coco. Hace muchos, muchos años, no interactuaba con una personita de esa edad. Me sorprendió. Con gran destreza, manipulaba su celular, del que extraía acompañamientos musicales mientras bailaba, cantaba y hacia gracejadas. Su plática era coherente; el manejo del idioma, apropiado; su lenguaje corporal, asertivo; su coordinación psicomotriz, sobresaliente; la información y el nivel cultural mostrado, su aceptación y acatamiento de las instrucciones y su adaptación a condiciones cambiantes (mi incorporación) mostraron cualidades que, adecuadamente conducidas, harán de esa niña una ciudadana de la que todos podamos sentirnos orgullosos.
Como mi mente no descansa, imaginé a Bárbara en 18 años. Estaremos de acuerdo en que la educación, y sólo la educación, es el camino para alcanzar el éxito. Educación de calidad, sin dogmas ni prejuicios. Educación para la libertad, la tolerancia, la conciliación, el respeto y el amor. Educación científica. Educación para la diversidad. Educación para la integración con el medio ambiente. Educación para el desarrollo económico con justicia social. Educación con sólidas bases tecnológicas, idiomáticas y éticas. Sí, imaginé a Bárbara como una profesionista, que merced a su educación, se abría paso en el difícil camino de la vida. Luego, volteé a ver nuestra realidad. Sueños guajiros. Lamentablemente, la educación que reciben nuestros niños y jóvenes, salvo en instituciones con acreditado prestigio, es deplorable. Impartida por maestros insatisfechos y tratados injustamente, es ideologizada, dogmática, sesgada, sin un sentido compensatorio, lejana al desarrollo de habilidades, capacidades y destrezas, carente de las proteínas suficientes para el educando y… Ya estoy cayendo en lo que no quería. La cabra tira al monte y el caballo al potrero.
Si queremos un mundo mejor para Bárbara y para nuestros hijos, hay que ir a votar el dos de junio y botar a quienes solo usan el poder como un instrumento de dominio. Hagamos lo que nos corresponde para que mañana no digamos “las cosas pudieron haber sido diferentes”.