Qué duro para esa mujer
Triste y doloroso el momento que vivió Claudia Ruiz Massieu el sábado en la Cámara de Diputados. En esta recién estrenada nueva legislatura le tocó subir a la tribuna para hablar en nombre de su partido, el PRI, ante la abrumadora y entusiasta mayoría morenista.
Aquello fue una especie de linchamiento legislativo.
Mientras intentaba hablar sobre lo que hará su partido ahora disminuido a una pequeñísima fracción de oposición, fue abucheada y a coro la gran mayoría de diputados contaron del uno al cuarenta y tres para recordarle, y responsabilizarla indirectamente, de la desaparición y ulterior fallida investigación de los estudiantes de Ayotzinapa en Iguala.
Como política, y como mujer, debe haber sido el momento más duro de su carrera.
Y nos vino a la mente inmediatamente esa misma Claudia Ruiz Massieu hace exactamente seis años, instantes después del triunfante mensaje de toma de posesión de Enrique Peña Nieto, que se movía feliz de grupo en grupo de políticos con la cara resplandeciente de quien por fin ha llegado al poder después de doce años de haber sido oposición ante el panismo.
Se sabía parte del nuevo equipo y no lo disimulaba.
El resto de la historia usted lo conoce. Ocupó las carteras de Turismo y Relaciones Exteriores, ejerciendo además cargos importantes en su partido.
Si en la gestión de Peña Nieto hubo logros (que seguramente habrá algunos) fueron eclipsados y borrados por los escándalos públicos de corrupción de la clase política, por la impunidad con la que no sólo se perdonó sino incluso se premió a maestros de la estafa política, y merced a las redes sociales por la opulencia con la que se llegó a mostrar la familia presidencial en derroches que iban desde viajes a Europa en condiciones de privilegio hasta la visita a la residencia oficial de Los Pinos de un tatuador famoso para marcar de por vida la piel de las hijas e hijastras del Presidente.
Claudia Ruiz Massieu, a quien le tocará dar la cara durante los próximos años por esa administración y sus consecuencias, no tendrá como muchos otros (incluido el Presidente) la oportunidad de desaparecer por una puerta trasera y pequeñita ante el desprecio y reclamo de la mayoría de los mexicanos, por cierto muy dolida.
Puede parecer algo injusto para alguien como la señora Ruiz Massieu, que sin lugar a dudas siente que hizo su esfuerzo para sacar adelante sus tareas, pero lo que viven ella y todo el priismo no es de a gratis.
Vale la pena recordar la frase de Robert Green Ingersoll, veterano de la Guerra Civil en Estados Unidos:
“En la vida no hay premios ni castigos, sino consecuencias”.