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La semana pasada manifesté aquí me desacuerdo con la consulta para definir el lugar del NAICM. Reitero: no me parece el mejor momento para profundizar divisiones entre la sociedad y enardecer ánimos que estaban calmados, aparentemente, pero no. Tampoco porque, en realidad, y es el primer punto, el resultado de la consulta no es vinculante mucho menos cuando fue emprendida por un Gobierno electo y no en funciones, no todavía. Algo se pudo haber ideado desde el Legislativo y no se hizo, así que concuerdo más con quienes afirman que se trató de un ejercicio para medir fuerzas aunque, con todo y eso, me molesta, porque nos llevan al baile de muchas formas de un lado y del otro…. Y nos usan.

Esto ya sin considerar las deficiencias y todos los cuestionamientos para los que se dio motivo. Debieron cuidar en niveles extremos la organización y no fue así. Sobre el hecho de consultar (otro punto) sí estoy de acuerdo, pero que se haga bien. AMLO lo dijo en la Cumbre de Negocios que fue aquí en Guadalajara hace unas semanas y lo ha venido repitiendo: no temer a las consultas ciudadanas que es lo mismo que no tener miedo a la democracia participativa. Creo que debemos trascender hacia ese tipo de prácticas en México, efectivamente, con valentía, y asumir la responsabilidad como representantes populares desde el Presidente de la República hasta el más humilde de los ediles de este país.

En ese sentido, las consultas populares y los otros mecanismos de participación ciudadana (plebiscito y referéndum) deben perfeccionarse, delimitarse con cuidado y rigor en el marco legal correspondiente, socializarse de manera exhaustiva y funcionar no para medir fuerzas o para que alguien se salga con la suya, sino para escuchar realmente y tomar las mejores decisiones; bien hecho, creo que esto sí es posible y deseable en un país donde tradicionalmente se ha considerado a la sociedad en general como menor de edad, y ya no.

Ahora bien, me parece totalmente desproporcionada la reacción de quienes están contra AMLO, no puedo decir que contra el aeropuerto en Santa Lucía, porque se ha llegado a extremos que pintan un escenario de terror cuando, insisto, todavía falta para que la dicha cancelación se ejecute. Y en este desgarre de vestiduras y gritos destemplados, se están dejando de lado cosas que importan más, desde mi mu y humilde punto de vista, porque se refieren al Gobierno que está en funciones el que, por cierto, está muy cómodo mientras el Gobierno electo da la nota todos los días.

Una de esas cosas (tercer punto) es la devaluación asociada a la decisión de hacer el aeropuerto en Santa Lucía y no en Texcoco ¿y la devaluación de 14 a 20 pesos durante la administración de Peña? ¿Alguien gritó o se desgarró las vestiduras?

Cuarto: ¿Y el amparo para Peña y su equipo para quedar a salvo de la justicia? Por si no se enteraron -siempre hay información que se va quedando rezagada- la Suprema Corte de Justicia de la Nación suspendió por tiempo indefinido las indagatorias y acciones legales contra el Presidente Peña y varios miembros de su gabinete que había iniciado el gobernador de Chihuahua, Javier Corral, “por su presunta implicación en el desvío de 250 millones de pesos destinados para el Estado y que fueron a parar a las campañas electorales del PRI en 2015”. Esto es grave, es la impunidad al más alto nivel.

Hay también una reacción desproporcionada con respecto a la posible, eventual, hipotética cancelación de una obra equis, cuando es lo que los sucesivos gobiernos de uno y de otro partido nos han aplicado toda la vida (quinto punto). Habría que hacer un recuento de elefantes blancos en el territorio nacional, monumentos a la corrupción, ineficiencia e ineptitud de la clase gobernante. Una treintena de hospitales (aquí en Guadalajara tuvimos uno por muchos años, donde ahora está el Nuevo Hospital Civil ¿se acuerdan?), la refinería de Calderón, tramos carreteros y de vías férreas, el tren México-Querétaro cancelado en esta misma administración por la presunta corrupción asociada al escándalo de la Casa Blanca que llevó a los empresarios chino a echarse para atrás ante la falta de transparencia y la ausencia de garantías legales.

En contraste con todo esto, (último punto) celebro la actitud de los empresarios jaliscienses que con toda oportunidad levantaron la mano para afirmar que aquí está el Aeropuerto Internacional Miguel Hidalgo para descargar al de la Ciudad de México en una propuesta que sólo retoman, pero que es más pertinente que nunca.
 

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