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Puerta grande para José Sainz

Domingo 22 de septiembre de 2019. Plaza de Toros Nuevo Progreso. En la tercera novillada de la temporada, José Sainz cumplió con las expectativas que sobre él se albergaban, luego de que, por esos caminos curiosos del destino, entró en sustitución de Juan Silveti quien al cuarto para las doce envió un parte médico en el que se decía que se había lesionado y que no podría cumplir con su compromiso de presentarse en esta novillada.

Los tres primeros novillos que se lidiaron fueron de la ganadería de Marco Garfias, de bonita presencia, pero descastados y, a pesar de que fueron al caballo con fuerza, no lucieron en la lidia al mostrarse distraídos y carentes de embestida. Mala tarde para esa ganadería. Por el contrario, los otros tres novillos, de la ganadería San Francisco de Asís, mostraron bravura y aptitud para hacerles faena, peleando los tres en el caballo, y embistiendo en el tercio de la muleta. Enhorabuena para esta ganadería.

Segunda oportunidad. José Sainz regresó a la Nuevo Progreso para salir a hombros en el tercer festejo. EL INFORMADOR / G. Gallo

José Sainz, que ya se había presentado aquí en aquella tarde lluviosa de hace quince días, pudo mostrar su torería y confirmar que es un novillero que va por el camino correcto. Si un defecto puede destacarse, sin ánimo de demeritar sino de mejorar, es que grita en cada pase y se coloca con demasiada rapidez, perdiendo el ritmo tan importante en la estampa de un torero. Todo torero para serlo debe parecerlo, y ello requiere saberse mover con cadencia y elegancia en el ruedo. Cortó una oreja a su primer novillo de Marco Garfias, al que sometió con doblones en la muleta y logró dos tandas de naturales templados. Con su segundo novillo, de San Francisco de Asís, toreó para el gusto de los aficionados, con temple, despacio, con mucho sabor y torería, logrando transmitir a los tendidos la cadencia de los naturales ralentizados que provocan el cante del toreo, el placer de la tauromaquia, la plasticidad encomiable, pinturas de sol y de viento y de música. Le cortó una oreja, obteniendo con ello la puerta grande, y el novillo fue premiado con el arrastre lento.

Juan Pedro Llaguno, nacido en Querétaro, estuvo mal con su primer novillo, no sólo porque fue uno de los descastados de Marco Garfias, sino porque la lidia fue desaseada, volviendo a aparecer en el ruedo el deleznable espectáculo del subalterno “Chiquis”. ¿Hasta cuándo en una plaza seria como la nuestra deberemos seguir soportando esa charlotada? Con el segundo novillo se puso más serio el novillero, más en su esencia torera, y demostró que tiene clase y temple. El novillo daba derrotes en el capote, pero luego de una buena suerte de varas comenzó a embestir. Le puso el novillero las banderillas y con la muleta lo paró y lo templó con torería, bajándole muy bien la mano provocando la embestida. Pero se distrajo al pedir la música él mismo, y la faena se fue a menos, debiendo rescatarla con una buena estocada, obteniendo una oreja.

Eduardo Neyra, originario de Durango, mostró más pundonor que calidad torera. Con sus dos novillos intentó distintas suertes, pero de modo arrebatado. Inició las dos lidias toreando de rodillas, sin mucho lucimiento. Al igual que ocurrió el domingo pasado con el novillero Bilbao, Neyra recibía órdenes de su apoderado que, desde el callejón, lo dirigía en cada tercio, con evidente presión en su rostro. Al primer novillo lo toreó de lejos, ante el reclamo del público. Al segundo, de San Francisco de Asís, pudo sacarle algunos pases y lo mató con buena estocada recibiendo así una oreja.

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