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Puerta grande para “El Conde” en su despedida de torero, y opiniones divididas para Enrique Ponce

3 de marzo de 2019. Cuarta y última corrida de la Feria de Aniversario, en la Plaza de Toros Nuevo Progreso, con una entrada de tres cuartos de plaza. El público acudió para presenciar la despedida -ya veremos si en verdad definitiva- del torero tapatío Alfredo Ríos “El Conde”, quien compartió cartel con el valenciano Enrique Ponce -que por decoro estaba obligado a reivindicar el fiasco de noviembre- y el hidrocálido Joselito Adame.

Previo al paseíllo, el tenor Jorge Jiménez interpretó Granada y Novillero, de Agustín Lara; se dio un minuto de silencio por la muerte de Chucho Morales, quien fuera subalterno y juez de plaza; y finalmente se otorgó un merecido reconocimiento al doctor Francisco Preciado, jefe de los servicios médicos de la plaza.

La corrida estaba anunciada originalmente con toros de la ganadería de Los Encinos, propiedad de Eduardo Martínez Urquidi, pero días antes fueron reseñados tres toros de la ganadería de Jaral de Peñas, propiedad de Juan Pedro Barroso. Por ello, las dos ganaderías, ambas de encaste español y afincadas en Querétaro, se presentaron cada una con tres toros, presagiando un interesante desafío en el ruedo.

Enrique Ponce venía por todo o nada. Tenía que convencer luego de aquella tarde del 5 de noviembre de 2018, en la que se le armó la gran bronca en esta plaza. La gente estaba expectante para ver si lo lograba o sucumbía. Y lo cierto es que, como figura que es, dividió la opinión del público. Su primer toro, de Los Encinos, pasó sin pena ni gloria. Pero con el segundo, del hierro de Jaral de Peñas, fuimos testigos de una máxima de la tauromaquia: nadie aprecia igual al toro ni al torero. Las opiniones se dividieron. La plaza se partió en dos, como con el escolástico Asno de Buridán. Lo que ocurrió es que el toro fue protestado, por ser considerado justo de carnes y no estar rematado y, además, fue picado en la querencia en una lidia penosamente desaseada. En ese estado de cosas, con los ánimos caldeados, al torero se le ocurrió brindar su faena al público. La mitad le aplaudió y la otra lo abucheó. Es de reconocerse que, a pesar de esa dificultad y de que él intentaba y el toro se le escurría, logró sacar unos pases soberbios que sólo una figura de su talla puede lograr. Mató con estocada caída, y obtuvo, también dividida, la salida al tercio.

“El Conde” puso las banderillas a su primer toro de Jaral de Peñas, e inició con larga cambiada para emocionar. Pero luego el toro careció de recorrido y la faena perdió ritmo.

Mató con bajonazo. El segundo toro, del hierro de los Encinos, de nombre “Auténtico” y que pesó 485 kilos, fue un toro que puso toda su alma brava para lograr, junto con el torero, una despedida emotiva de los ruedos. “El Conde” lo llevó al caballo en chicuelinas andantes de buena lámina. Inició con pase cambiado y la banda tocó las Golondrinas. El toro embestía con bravura, y llevaba el hocico cerrado durante toda la faena. Dos buenas tandas de derechazos y una estocada perfecta, le merecieron las dos orejas y salir por la puerta grande en su despedida.

Joselito Adame corrió con mala suerte en su lote, siendo el primer toro de Los Encinos de fea estampa y sin nada que destacar, y al segundo, de Jaral de Peñas, lo toreó por Zapopinas y estatuarios, logrando muy buenos pases con la fuerza del matador, concluyendo la faena por manoletinas y vitolinas, pero al desesperarse en el descabello, no obtuvo premio alguno. 

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