Promesa incumplida, sí fue una amarga navidad
El 31 de octubre pasado -seis días después del paso del huracán Otis por la costa de Guerrero- desde el púlpito de la conferencia mañanera se escuchó la voz del presidente López Obrador quien dijo: “Tengo un sueño - “I have a dream”, muy al estilo del activista norteamericano de los derechos civiles Martin Luther King Jr.-, el ideal que vamos a convertir en realidad, entre todos, cómo se está haciendo, de que YA EN NAVIDAD LAS FAMILIAS VAN A ESTAR MUY CONTENTAS en Acapulco, van a estar como lo merecen, muy felices, ESE ES EL COMPROMISO, NO VA A HABER AMARGA NAVIDAD”.
Pasaron dos meses de la tragedia -exactamente el día de Navidad- y la promesa presidencial de “Vamos a poner de pie a Acapulco, lo vamos a lograr pronto, MUY PRONTO, no va a llevar mucho tiempo”, no se cumplió. Las calles están llenas de basura, arena y por las noches muchas calles continúan a oscuras, porque no hay energía eléctrica o porque los postes del alumbrado público están caídos. Una mínima parte de los negocios están abiertos y los hoteles y restaurantes están cerrados por los daños provocados por el huracán. Mucha gente no tiene trabajo y depende de la asistencia que se les está brindando. Pero definitivamente, sí fue una amarga navidad.
Vamos diciendo con claridad: El problema no es del gobierno ni del presidente, pero sí el de establecer plazos y ofrecer promesas inalcanzables con intenciones populistas y poco realistas. El miércoles de la semana pasada López Obrador tuvo que recular de su ofrecimiento inicial de reconstrucción y ahora se comprometió que para marzo de 2024 - en prácticamente dos meses más- ya deberán estar rehabilitadas 250 mil viviendas afectadas.
Ofrecimiento o promesa que los enterados en asuntos de vivienda y productores de materiales de construcción han señalado que es imposible.
Y ayer por la mañana, haciendo gala de su poco sentido común, López Obrador desde Palacio hizo reconocimiento público a los afectados por el huracán Otis por el “ánimo” en los trabajos que hacen con la reconstrucción. “Decirle a la gente de Acapulco, de Acapulco, de Coyuca (de Benítez), QUE LOS FELICITAMOS MUCHO, porque aún enfrentando esa desgracia ESTÁN PARTICIPANDO, trabajando, rehabilitando sus hogares, CON MUCHO ENTUSIASMO”. Que poca sensibilidad del inquilino de Palacio, de felicitar a los damnificados porque están participando con entusiasmo, cuando se ven obligados de hacerlo por la urgente necesidad, ya que lo único que intentan es tratar de recuperar su techo, su único patrimonio de la mayoría de ellos y que ellos si “sueñan” estar -por lo menos- la próxima navidad muy contentos y no pasar las amarguras por las que atraviesan en estos momentos.
¿Usted, qué opina?
Daniel Rodríguez
daniel.rodriguez@dbhub.net