Primera novillada del serial 2019
Domingo 8 de septiembre de 2019. Plaza de Toros Nuevo Progreso. Con ilusión la gente acudió a la plaza para ver toros de nuevo este año, con el inicio de las novilladas del serial 2019.
Antes de comentar lo ocurrido la tarde de ayer, esperamos todos que el matador Arturo Macías, que el día de ayer en Madrid sufrió una dura cornada en el muslo derecho, se reponga pronto. Cuántas veces el hombre despierta sacudido justamente cuando está cumpliendo el sueño.
Ayer se lidiaron tres novillos de la ganadería de La Llave, de Gabriel de la Torre, asentada en Tecolotlán, Jalisco, y tres de la ganadería queretana de Guanamé. Todos los novillos fueron al caballo, y en general estuvieron presentados, sin embargo, no hubo uno sólo que emocionara por su bravura o nobleza, como tampoco podría decirse lo mismo de los novilleros, porque las faenas carecieron del ingrediente indispensable del temple, el sitio y el hambre.
El tapatío Paco Miramontes, Lagartijo, lidió a un novillo de Guanamé, que fue aplaudido en la salida. Con una buena vara de parte del picador David Vázquez, parecía que las cosas irían a bien, pero más allá de un par de derechazos y dos naturales, el novillero no estuvo claro de ideas, llevó al novillo casi por todo el ruedo, pero sin pararlo para poder templarlo y bajarle la mano. No había ligazón ni continuidad, y en dos ocasiones el novillo quiso hacer por el novillero, pero se salvó. Luego de una estocada caída, de varios descabellos y un aviso, el novillo dobló.
Iván Hernández, de Aguascalientes, se enfrentó también a un novillo de Guanamé, comenzando con un hermoso lance con el capote a una mano. En la suerte de varas, el novillo derribó a los dos caballos, y a uno hubo que retirarle el peto para poder ponerlo sobre sus cuatro patas. Comenzó a llover, y la gente se fue a guarecer a los palcos. Bajo la lluvia el novillero intentó de todo, con mucha dificultad. Hizo un pase del desprecio, y dos naturales para destacar, pero mató luego de pinchar.
José Sainz, de San Luis Potosí, se mostró como el mejor novillero de la tarde, con un novillo de la ganadería de La Llave, al que lanceó con la mayor elegancia de todos con el capote. Comenzó de rodillas la faena con la muleta, pegó tres naturales templados, mostrando el hambre de triunfo. Hizo un cambio de mano cadencioso, entendido de la lidia, dirigiendo y mandando, pero en la suerte suprema pinchó.
Con la lluvia fue necesario que se esparciera el aserrín sobre la arena, y de tantos colores y tonalidades resultó, quedando un ruedo colorido con el que se dio un homenaje involuntario a Toledo, recién fallecido en Oaxaca.