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Presidente Chico Che

Abrimos la semana pasada aquí con la interrogante de si la captura por parte del Gobierno mexicano del capo más buscado por la agencia antidrogas estadounidense (DEA por su siglas en inglés) Rafael Caro Quintero el viernes 15 de julio, tres días después del breve encuentro que tuvieron en la Casa Blanca, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, y el de México, Andrés Manuel López Obrador, ayudaría a mejorar, más allá de los discursos, la relación entre ambos países, luego del más reciente capítulo de desencuentro que había sido la ausencia de AMLO en la Cumbre de las Américas en protesta porque le cerraron la puerta a los presidentes de Cuba, Venezuela y Nicaragua.

Había también la expectativa de los efectos reales de la reunión en el Salón Oval del martes 12 de julio luego de los planteamientos en temas de energía, combustibles y migración que hizo el Presidente mexicano. Apunté aquí que eso se podría evaluar con las señales que vinieran en temas álgidos que tenían que ver con asuntos de seguridad y con los diferendos por la política energética del Gobierno de la 4T.

Por las acciones que sobrevinieron después de la junta bilateral en Washington en ambos asuntos, el balance deja más negativos que positivos en la relación México-Estados Unidos.

Primero fueron el choque de versiones de si fue en su desayuno con Kamala Harris, la vicepresidenta de Estados Unidos, donde habrían hablado de que la DEA tenía ya ubicado el paradero de Caro Quintero, y luego si había participado la agencia antidrogas en su detención, cosa que el Presidente negó desde el púlpito presidencial de su rueda de prensa mañanera.

Pero sin duda lo más delicado vino el miércoles pasado cuando la representación comercial del vecino país del norte solicitó consultas bajo el esquema del Acuerdo Comercial México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) para buscar resolver las diferencias en materia energética con México. Esos mismos pasos los siguió Canadá por considerar inconsistentes las posturas del Gobierno lópezobradorista con el tratado comercial de América del Norte.

A pesar de la gravedad de estos litigios, que de no resolverse, podrían provocar que Estados Unidos y Canadá impongan aranceles a algunas de las exportaciones de productos mexicanos que agravarían la maltrecha economía del país, el Presidente minimizó estas protestas y aseguró que “no va a pasar nada”.

Pero lo que resultaría hasta cómico de no tratarse de un tema tan delicado para el futuro del país es que, jugando para la tribuna y para sus simpatizantes, como lo hace siempre en su mañanera, haya llegado a la mofa al ritmo de Chico Che con su canción del “Ay que miedo”, como desafiando a las autoridades de los socios comerciales de México, a los que seguramente no les cayó nada bien el chistecito.

Jaime Barrera

jbarrera4r@gmail.com

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