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Por treinta monedas… ¿se repite la historia?

En esta época, como seguramente en todas las habidas y por haber, algunas personas y organizaciones de la más diversa índole, acostumbran actuar bajo el lema de “Muerto el Rey…viva el Rey”. Y en un México convulso como en el que hoy vivimos, con pandemia a cuestas, desempleo, falta de oportunidades, incapacidad  gubernamental y un largo etcétera que incluye dádivas para comprar conciencias de manera burda, pero sobre todo con una corrupción, inseguridad e impunidad a toda prueba, viene a la mente una vieja historia que algunos conocimos desde los años mozos, y que a lo largo de la vida hemos podido corroborar, pues, como afirmaba don Gabriel Covarrubias Ibarra: “No hay nada nuevo bajo el sol”.

En pleno desarrollo de las campañas políticas, a las que le han impuesto el ya trillado eslogan de “la elección más disputada y grande de la historia en México”, la compra venta de conciencias -y votos- al mejor postor se ha convertido en cosa de todos los días. Nada nuevo, ciertamente, pues se trata de una antiquísima práctica milenaria y universal -o sea, ni siquiera son originales-.

Para los que se creen muy listos y se las dan de innovadores y estrategas, hay una información -que no noticia- …su “estrategia” ya fue urdida en los remotos tiempos en que Jesucristo fue traicionado, pues no obstante que éste había saciado el hambre y la sed a un buen número de sus seguidores y de quienes creyeron en él, y había realizado acciones inverosímiles que le hacían parecer al menos distinto a los demás, cuentan que un tal Judas Iscariote fue a platicar con algunos de los poderosos de aquel entonces, con quienes pactó entregar a su líder por tan solo 30 monedas de plata.

Judas terminó colgado de un árbol, aseguran que por su propia mano. El remordimiento del acto cometido lo llevo a vagar por las calles y montes, dicen, hablando solo, sin que nadie de sus “compradores” le hiciera más caso…pero eso sí, con sus treinta monedas de plata en su bolsillo, sin que finalmente pudiera disfrutarlas.

Es de sabios cambiar de opinión y de juramento…pero la política debe ser cosa seria, y los juramentos y las liturgias se deben de respetar.

APUNTE

Así, aunque los nuevos mesías estatal y federal últimamente no han exhibido las estampitas protectoras que guardan en su cartera, -a la mejor porque les han fallado- en diferentes ocasiones han presumido ser creyentes, y aunque ahora se encuentran aparentemente enfrentados, no tienen el menor escrúpulo para involucrarse inconstitucionalmente en las campañas políticas y “comprar” vía la nómina voluntades ajenas.  Se les ve desesperados, y hasta se dicen traicionados, por lo cual habría que recordarles otra enseñanza del libro de libros que refiere que “al que a hierro mata, a hierro muere”.

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