¿Por qué nos descuidamos del COVID-19?
Como muchas cosas en la vida "hasta no ver, no creer". Sólo al constatar que el peligro es real, es cuando reaccionamos y comenzamos a ser más cuidadosos y protegernos.
Otra razón muy común es la conocida creencia de: "a mí no me va a pasar" no tiene por qué sucederme éste mal a mí. Le pasará a alguien más, pero no está en mis planes que me toque a mí.
Me siento bien, estoy saludable, la vida sigue adelante y no me voy a dejar invadir por pensamientos negativos. Entre más seguro estás de que no te va a pasar nada, menos lo atraes. Un modo de pensar que es firme y seguro, prueba del por qué no hay que exagerar. Con las precauciones básicas es suficiente.
Hay quienes llegan al extremo de asegurar que se trata de una invención mediática y basada en puras ideas de teorías de conspiración, por lo que no creen en el virus.
Los que ponen su chamba por encima de todo y por ningún motivo van a dejarla por estas exageradas medidas. Mientras que las autoridades no lo prohíban, ellos seguirán su vida normal.
Por un lado está el exceso de confianza y por el otro la ignorancia. De ésta manera la mente de una persona que no se cuida, no contempla la posibilidad de ser transmisor asintomático del virus y contagia a sus familiares sin tener la intención de hacerlo. Aún no ha tomado consciencia del gran daño que puede ocasionar con su negligencia.
Como quiera que sea, es un acto de irresponsabilidad con tintes de necedad y aires de arrogancia.
Por ello lo más sano, es tomar todas las medidas y protegerse a sí mismos y sobre todo a los seres queridos más cercanos.
Los contagios son en las aglomeraciones, reuniones y fiestas. Tratemos de extremar precauciones por el bien de todos.
Porque sí pasa, aunque creas que no pasa nada.