¿Por qué desaparecen?
Siempre que planteo esta pregunta al familiar de una víctima, un estudioso del tema o una madre buscadora, hacen una pausa. Como quien da un paso atrás antes de voltear al precipicio.
¿Por qué se los llevaron?
Cualquier tipología del reino criminal dedicado a desaparecer tiene dos categorías: las ausencias voluntarias e involuntarias.
Las primeras, en donde la autoridad centra el problema (“se van porque quieren”), no son el problema. Nos interesan las desapariciones involuntarias.
Hay dos clasificaciones cuando son involuntarias: aquellas donde la causa es un accidente, una enfermedad mental o un infortunio, sin delito qué perseguir. Son las menos.
Y las desapariciones en donde la persona es víctima de un delito. Bajo este supuesto estarían las 15 mil 103 personas sin localizar en Jalisco, así como el alza sexenal de casos.
Ahora, ¿por qué se los llevaron?
La ley distingue la desaparición forzada, en donde participa un funcionario (generalmente un policía municipal); y la desaparición cometida por particulares, donde civiles, sin apoyo directo de la autoridad, desaparecen a una persona.
Ambas responden a estas posibles lógicas:
1) En un principio, los grupos criminales desaparecían como parte de un mecanismo de exterminio rival. En este supuesto entra también una lógica de “higiene” social o control de la delincuencia ordinaria. El grupo hegemónico desaparece a quien delinque sin su permiso.
2) Ante la falta de cuadros para sus campañas bélicas, la modalidad evolucionó hacia el reclutamiento forzado. La leva criminal de jóvenes se ha acentuado en este sexenio. Bajo amenazas o engaños, los arman y entrenan en campamentos clandestinos.
Hay otra variante en donde el reclutamiento es para actividades no violentas como parte del staff criminal: mecánicos, especialistas en videovigilancia, empleados domésticos, choferes, centinelas, etc.
3) También los desaparecen porque pueden y quieren.
La reciente explosión de casos obedece a la industrialización de este delito. Toda lógica industrial implica un aumento de la productividad a partir de automatizar y abaratar una actividad.
Si antes desaparecían a un grupo rival, ahora lo hace por razones cuyo umbral es mínimo: robar una motocicleta, cobrar una renta criminal, dirimir un pleito vecinal o incluso tras un conflicto vial.
Pero también por diversión, competencias entre sicarios o rituales esotéricos de culto a la muerte, como el caso de los jóvenes de Lagos de Moreno. Todo lo anterior ha sido documentado por el académico Jorge Ramírez Plascencia.
En este último rubro entran todas esas víctimas “inexplicables” que los medios relatan cada vez con más frecuencia. En este último cajón de razones para desaparecer se encierran los mayores riesgos para cualquier ciudadano porque solo el azar decide.
¿Por qué desaparecen? Es difícil de asimilar, pero hay preguntas imposibles de responder y de formular: aluden a un fenómeno inabarcable en un enunciado o en una columna.
Solo atisbamos posibles razones de este lado de la realidad.