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Por fin ¿bien o mal?

En días pasados se dio cita el tercer foro Prioridades Estratégicas para México, que la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE), dirigió. Se lleva a cabo cada seis años para enviar un mensaje a quienes pueden llegar a la presidencia de México. Su contenido es relevante por el significado que tiene y por cuanto son las direcciones que este organismo internacional quiere para el país.

En el foro y documento final participaron expertos de la OCDE y expertos nacionales, además de empresarios y sociedad civil: “para que los candidatos lo incorporen a sus programas y sus debates; para que la nueva administración lo considere al diseñar reformas y arrancar el nuevo gobierno, con un arsenal de políticas basado en mejores prácticas internacionales.”  Y, como al buen entendedor, pocas palabras…

Luego, el secretario general de la OCDE, José Angel Gurría, felicitó al gobierno mexicano por: “el apoyo de los partidos en el Congreso, a través del histórico Pacto por México”…Y por: ¨la reforma laboral, la reforma hacendaria, la reforma financiera, la reforma de telecomunicaciones, la reforma de competencia económica, la reforma educativa, la reforma energética, la reforma político-electoral, la reforma al Código Nacional de Procedimientos Penales, la reforma a la ley de amparo.” Y fue aquí donde extrañamente Gurría sentenció: “No podemos dar marcha atrás”…  ¿Perdón, kimosabi?

Y continuó con lo que considera buenos productos de estas reformas: “Los compromisos de inversión en energía sobrepasan los 175 mil millones de dólares. Se debe seguir privilegiando su implementación.”  Es decir, para la OCDE México tiene que seguir con más de lo mismo… por caro que sea el precio a pagar por los mexicanos.

La parte de sinceridad fue cuando la OCDE señaló los faltantes de este gobierno porque, si bien lo hecho por este sexenio llena bien los cuadritos internacionales, las directrices de ese organismo, cumplidas por el gobierno mexicano a pie juntillas, han dejado un grave daño que el titular de la OCDE señalo como una gran deuda: “reducir la pobreza y las desigualdades…” Pero, de manera absurda,  ¿o intencionada?,  puso el énfasis en la continuidad de las reformas como objetivo prioritario antes que combatir la desigualdad.

Porque aquí está el enorme hoyo dejado por las políticas de la OCDE, que Gurría reconoce: “La mayor parte de los mexicanos sigue viviendo en pobreza y/o vulnerabilidad. Las grandes desigualdades de ingreso, de riqueza y de oportunidades siguen degradando el tejido social y frenando el crecimiento”.

Para rematar con esta frase lapidaria: “Esto es ética y moralmente reprobable, políticamente explosivo y económicamente ineficiente.”   Entonces, lo deshecho en el país por sus ‘sugerencias’ ha provocado un peligro. Malos resultados que han lastimado a las mayorías. Políticas sesgadas que han provocado enorme desigualdad. Y una OCDE  que, a pesar de todo, hoy quiere ‘amablemente’ dirigir a los actuales candidatos para continuar la misma dañina receta.

Al final, no quedó claro si para la OCDE el país va bien,  ‘solo’ dejando millones de cadáveres sociales en el camino, favorecido a pocos aunque relegando a la mayoría…O, si el país va mal, con “la mayor parte de los mexicanos en pobreza”.  Pero luego de la numeralia presentada, es inexplicable que la OCDE no ponga como sugerencia para México, y los candidatos,  privilegiar la solución de:  “Las grandes desigualdades de ingreso, de riqueza y de oportunidades”, si es que de verdad no quiere que el problema “ético y moralmente reprobable” crezca,  y se siga “degradando el tejido social” del país: un explosivo, como el propio Gurría señaló. 

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