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“Por Lagos en paz, los buenos somos más”

Una multitud depositó por casi una hora cientos de veladoras encendidas en las escalinatas de la parroquia de Nuestra Señora de la Asunción en Lagos de Moreno. Esa imagen, la noche del viernes, se transformó 24 horas después en un símbolo aún más poderoso.

El presbítero Hugo Vargas, encargado de la oración, estimó más de dos mil laguenses reunidos tras una caminata silenciosa para pedir por la paz y el regreso de Uriel, Jaime, Dante, Diego y Roberto.

Todos y nadie organizó la caminata. Simplemente el pueblo salió esa noche a manifestarse: “Fue una iniciativa que seguimos sin saber de dónde surgió”, contó el presbítero.

Los ciudadanos partieron de la explanada del Templo del Calvario hasta la parroquia principal de Nuestra Señora de La Asunción. Hombres y mujeres, niños y niñas, jóvenes y ancianos cargaron una veladora encendida. Mientras caminaban protegían con una mano su luz encendida. Mantener la llama hizo más lentos sus pasos. Al frente iban los familiares de los cinco jóvenes desaparecidos.

Ya en el templo, bajo una fotografía en gran formato de los cinco muchachos, se pintó una cascada de luces sobre la escalinata. Cada poblador, uno a uno, depositó su vela encendida. Más tarde algunas fotografías aéreas mostraron la multitud y la sábana iluminada a los pies del templo.

Minutos antes de que el presbítero Vargas tomara el micrófono para dirigir la oración, comenzaron los cánticos espontáneos: “Desead la paz a Jerusalén,/ vivan tranquilos los que te aman,/haya paz dentro de tus muros/ y en tus palacios seguridad”.

Algunos asistentes cargaban carteles con mensajes. Dos de ellos, muy distintos al resto, conceptualizaban el problema más allá de la exigencia al gobierno. El primero mostraba esta leyenda: “La responsabilidad es de todos” y, al centro, el dibujo de una balanza con las palabras “Familia” y “Gobierno” de cada lado. El segundo mensaje increpaba: “Qué vamos a hacer”. Debajo enlistaba cuatro puntos en blanco como una invitación a imaginar los siguientes pasos.

El presbítero condujo la oración envuelta en el llanto y lamento de los familiares presentes. Cantaron, oraron, clamaron justicia y entonaron el himno nacional hasta que el párroco dio por terminado el encuentro. Entonces se escuchó la voz de una mujer que empezó a repetir: “Por Lagos en paz, los buenos somos más”. Pronto se le sumó la multitud. Allí comenzó a llover, pero nadie se movió de su lugar.

Veinticuatro horas después, el sábado por la noche, el portal laguense de noticias Cuadrante 7 mostró un video de las escalinatas a donde los pobladores acudieron a presentar sus respetos durante el fin de semana. Entre ellos había una madre acompañada de sus dos hijos. Todos llevaban paraguas.

El video muestra cómo la lluvia apagó las velas con excepción de un par junto a la fotografía de los jóvenes desaparecidos. Seguramente los pobladores las encendieron una y otra vez durante el sábado. O quizá sólo esas llamas sobrevivieron después de 24 horas a pesar de la lluvia. No importa la explicación sino la terquedad de esas luces que se resisten a extinguirse en Lagos de Moreno.

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