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Por Jalisco, ya toca reconocer los resultados

Muy significativa fue la jornada de ayer si se revisa con sentido político. Varios eventos muestran la línea de comportamiento seguida por la nueva clase política dominante en el país: la de Morena. Mientras Claudia Sheinbaum recibió la constancia de mayoría que la convierte en la presidenta electa de México, en Jalisco los candidatos ganadores de la gubernatura, Pablo Lemus Navarro y de la alcaldía de Guadalajara, Verónica Delgadillo, debieron volver a lanzar públicamente el mensaje de defensa de sus triunfos, que no son aceptados por quienes fueron candidatos de Morena.

Quienes están en la parte alta de la pirámide de poder de Morena, celebraron efusivamente la entronización de Sheinbaum Pardo. En sus redes sociales desfogaron sus afanes de destacar en felicitaciones y parabienes.

Y apenas unas horas antes, uno de los nuevos colaboradores cercanos de Sheinbaum, el ex gobernador de Chihuahua, Javier Corral, había sido rescatado de la justicia. Lo protegieron y se lo llevaron elementos de la Fiscalía de la Ciudad de México, justo cuando policías de la Fiscalía de Chihuahua pretendían cumplir una orden judicial y detenerlo para que responda en un juicio en el que es acusado de peculado y desvío de casi 100 millones de pesos. Fue un caso más de uso selectivo de la fuerza para proteger a un aliado político.

Días atrás, Claudia Sheinbaum había anunciado que, al sostener reuniones con gobernadores en funciones y gobernantes entrantes en diferentes regiones del país, evitaba con toda intención un encuentro con Enrique Alfaro y Pablo Lemus, porque va a esperar hasta que se agoten las impugnaciones ante los tribunales electorales contra la elección en la que ganó Lemus Navarro. Para varios políticos de otros partidos políticos, no Movimiento Ciudadano, se trató de un acto ofensivo no contra un candidato, sino contra los jaliscienses en general.

Las señales son claras: vencedores como resultaron Claudia Sheinbaum y sus aliados, han recibido el reconocimiento general y la aceptación para que se regularice la vida nacional. Los grupos empresariales, académicos, civiles, la sociedad en general, acepta la llegada de la nueva presidenta y anhela que con ella se cumplan las promesas de pacificación y prosperidad.

Pero quienes se identifican con este movimiento político están decididos a no aceptar ninguna otra cosa que no sea el dominio total de la vida pública; no pretenden aceptar a los diferentes porque sólo merecen ser descalificados.

No admiten otros resultados electorales porque inmediatamente los tachan de sospechosos y fraudulentos.

No permiten que otras opciones políticas, otras visiones de la realidad, puedan convivir con lo que han llamado la “transformación”. Todo lo que quepa en ese discurso debe ser combatido y, si es posible, abolido.

El país no es uniforme y homogéneo, lo sabemos todos. Cada entidad federativa es distinta y ha construido durante los dos siglos de vida del país, sus costumbres y visiones, que a la vez son herencia de generaciones pasadas.

En Jalisco, con sus propios rasgos, las elecciones arrojaron un resultado distinto de lo que fue la elección presidencial. ¿Es tan inaceptable que en este Estado haya ganado Claudia Sheinbaum y también Pablo Lemus?

En el afán de hacer valer su derecho, los candidatos derrotados recibieron una sentencia del Tribunal Electoral del Estado y éste le dio la razón a Lemus y Verónica Delgadillo. Pero no lo avalan. Ahora, como hicieron antes, acusan al Tribunal de haberse entregado, de estar “vendido”.

Y otra vez, protegidos por derechos legales que les son convenientes, acuden a otra instancia legal y le niegan a la mayoría de los votantes el resultado de los ganadores.

Le niegan a Jalisco la tranquilidad y la regularización después de un proceso que fue largo y polarizado.

Ya es tiempo de aceptar los resultados.

jonasn80@gmail.com / @JonasJAL

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