Ideas

Pompa de agua

Una forma del agua líquida, estilizada en imágenes de muchos logotipos es la famosa gota alargada. Forma que adquiere debido a las fuerzas moleculares internas y externas, así como la fuerza de atracción gravitatoria. Eliminemos la fuerza gravitacional terrestre y lo que obtenemos es la forma “natural” de una gota de agua, casi una esfera perfecta.

Afortunadamente no es necesario viajar más allá de la exósfera para disfrutar ese fenómeno físico tan singular, bueno, algo parecido a ello.

En la infancia de casi todos, un juego fascinante era la difícil elaboración de las misteriosas pompas, bombas o burbujas de jabón y su persecución con la misión de alcanzarlas y tocarlas, sólo para obtener la destrucción de esa burbuja.

Las cualidades de las que estaba dotada: volar, levitar, evadir, brillo, limpidez, colorido, hasta la capacidad de autodestrucción ante la inminente captura, parecían darle vida propia.

Pues bien, esa burbuja es la forma que toma el agua debido a la adición de un agente tensoactivo, comúnmente jabón.

La pompa o burbuja de jabón es una esfera hueca, rellena de aire, delimitada por agua. Agua contenida por una delgadísima piel proporcionada por el jabón.

Creo que me basta esa simple definición, pues por muy extenso que fuera el tratado sobre la estructura, composición, comportamiento y aplicación del teorema de Clairaut-Schwarz, la mágica imagen de esa pompa de agua me seguirá el resto de mi vida.

Y no es para menos, la pompa de agua  ha servido de inspiración poética a través de los tiempos.

Antonio Machado escribió en sus PROVERBIOS Y CANTARES, en 1912:

“…

Nunca perseguí la gloria

ni dejar en la memoria

de los hombres mi canción;

yo amo los mundos sutiles,

ingrávidos y gentiles

como pompas de jabón.

Me gusta verlos pintarse

de sol y grana, volar

bajo el cielo azul, temblar

súbitamente y quebrarse.

…”

El trovador Fernando Delgadillo en 1998 lanzó la canción “Pompas de jabón”:

“…

Me hallé un sendero lejano

En donde, los ojos profanos

De la gente, no me vieran sonreír

Y colgué esferas al viento, que

Duraban un momento

Y estallaban en colores que perdí

…”

Incluso en el cine, Oscar Diggs (“OZ the Great and Powerful”, 2013) logra escapar de los monos voladores con la bella bruja del Sur dentro de mágicas burbujas.

Pintores como Manet (1867) y su maestro Thomas Couture (1859) plasmaron en sus obras las célebres pompas de jabón, quizás haciendo alegoría sobre la fugacidad de la vida.

Y muchos ejemplos más donde esa esfera flotante es motivo de hermosas prosas y versos que invariablemente nos trasladan en el tiempo a nuestra infancia, donde la incipiente tecnología que hoy absorbe a la generación post millennials, nos obligaba a inventar formas simples de diversión, una de ellas, las pompas de agua con jabón.

La pompa de jabón es una brillante analogía del equilibrio existente entre el agua y nuestro planeta. Desde la forma misma. La tierra está contenida por la corteza terrestre, que es la parte sólida de la tierra, con una forma casi esférica de tal manera que, si comparamos el tamaño de la tierra con un balón de futbol, el espesor de la corteza es similar al grosor de un cascarón de huevo. En la pompa de jabón son apenas un par de moléculas de jabón interconectadas las que forman la piel y contienen el agua en esa forma esférica hueca, transparente y a la vez multicolor.

Cuando la pompa de jabón es arrastrada por el viento, las fuerzas cohesivas luchan por mantener su forma redonda, sin embargo, cuando son superiores las fuerzas externas, simplemente se rompe, desaparece. El equilibrio micrométrico se rompe. El agua contenida en la pompa aparentemente desaparece.

Cualquier tiempo es bueno para sentirse como en la niñez, ya hemos visto, las burbujas de jabón son intemporales, para ellas no existe el tiempo, siempre estarán ahí para provocar esa alegría inmediata y la nostalgia del pasado. No existe fórmula exacta. Busque los implementos básicos: agua, jabón, popote o pipeta, su lugar favorito y agote esa mezcla química y el gusto de hacerlo. Recuerde, la vida es efímera, tal como una burbuja de agua, con jabón.

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