Polvos de La Mancha VI
Me gustaría hacer con ustedes una consideración. A todos nos han dicho que cuando Cervantes escribe la obra, la caballería como tal ya había desaparecido, como actualmente no muchos consideran real el mundo de los hechizos; sin embargo, tenemos que partir del hecho que don Quijote, aun arrepentido de su aventura caballeresca, nunca renunció al amor y admiración por Dulcinea, pero resulta realmente difícil que pensemos siquiera por un momento en don Quijote esposo o don Quijote padre o don Quijote en vida familiar. ¿Cómo encontrar a una mujer hechizada? ¿cómo reconocerla?
Y transformado en el lecho de muerte de don Quijote, el escudero le ruega:
“No se muera vuestra merced, señor mío, sino tome mi consejo y, viva muchos años, porque la mayor locura que puede hacer un hombre en esta vida es dejarse morir sin más ni más, sin que nadie le mate, ni otras manos le acaben que las de la melancolía”.
Y lo exhorta, a pesar de que los hechizos proseguían, a la vida pastoril que ya habían planeado (II, 67) y pese a la cual subsistirían siempre las obligaciones para con su señora, a cuyo amor y veneración nunca se negó.
Entonces los invito a gozar esta obra del mismo modo que se deleitan con un beso o cualquier otro placer, porque sin duda la lectura es un placer que nos trae felicidad y en especial cuando dejamos que la perfección de la obra cumbre del castellano se apodere de nosotros… Gócenla.
Pocas cosas en la vida le suceden a un mudo y yo no estuviera tan complicado ahora mismo si fuera mudo, ya que un día de febrero me habló el colega y amigo notario Pablo Prado Blagg para ver si podría dar una plática sobre el Quijote. El punto debió haber consistido en quedarme mudo o tranquilamente decir “no puedo”: sencillito.
Pero lo cierto es que no tuve el pudor necesario del silencio o no supe reconocer que no sé lo suficiente del Quijote para venir a exponérselos a ustedes. Además de que no puedo negar que da gusto y exalta mi vanidad que alguien, aunque esté mal enterado, como es en este caso, crea que sepas de algo, como es el caso del amigo Pablo Prado, que lamento decir se equivocó en creer eso, pero sin duda me dio oportunidad de torear en esta plaza que para efectos del currículo, hay que decirlo, pocas plazas para torear como esta.
Pues eso y más me saco por presumido, y como consecuencia de ello, pues tengo que sacar la changa a pasear al sol y buscar la manera de justificarme ante ustedes, aun a riesgo de que alguien justamente reclame, porque en estos medios notariales ha habido muchos notarios respetuosos de las leyes y la gramática, de los que rápidamente recuerdo cuando menos a uno que intentó cabalgatas en los campos de Montiel para el mundo: Juan López Jiménez.
@enrigue_zuloaga