Polvos de La Mancha IV
Al final, pregunto a Sancho si de verdad importa que Aldonza Lorenzo o Corchuelo sea una ruda aldeana, ¿acaso no entendió el escudero que el amor del caballero de la Mancha purificó a Dulcinea, ya no Aldonza? Dulcinea, purificada de toda vulgaridad, se encuentra ya sublimada y elevada sobre Helena y las otras grandes mujeres sobre las que se cantó en la antigüedad, y por ello tendría que entender que ante esa grandeza, su amo, a semejanza de Amadís, tendría que sufrir penitencias y hacer esfuerzos del tamaño de la elevación de eternidad. Era tan difícil de entender para Sancho, que era tan rústico, pero fundamentalmente lo logró.
No dudó solo él, recordemos también que Cide Hamete Benengeli, en los papeles de Toledo asegura que “esta Dulcinea del Toboso, tantas veces en esta historia referida, dicen que tuvo la mejor mano para salar puercos en toda la Mancha” (I, 9).
Y Sancho, con estos antecedentes, tenía que transformar a esa mujer, que muchos considerarían vulgar, en objeto de refinar, purificar y sublimar el amor a todas las mujeres reflejadas en esa figura de inalcanzable pureza y perfección que es Dulcinea, y lo logra, si bien en ocasiones siente que el costo de acceder a la gubernatura le resulta muy difícil.
Por recordar alguno, ya en el divertido mundo de los Duques, en ese juego burlesco cuando en una carroza triunfal aparece una ninfa, representando a la hechizada Dulcinea, que suponía estar en la cueva de Montesinos en compañía de Merlín, dirigiéndose al caballero lo espeta:
“A ti digo, ¡oh varón como se debe por jamás alabado!, a ti, valiente juntamente y discreto don Quijote,de la Mancha esplendor, de España estrella, que para recobrar su estado primo la sin par Dulcinea del Toboso es menester que Sancho tu escudero se dé tres mil azotes y trecientos en ambas sus valientes posaderas, al aire descubiertas, y de modo, que le escuezan, le amarguen y le enfaden” (II, 35).
Cuestión que, como es natural, trajo la exclamación de Sancho:
“¡Voto a tal! No digo yo tres mil azotes, pero así me daré yo tres como tres puñaladas. ¡Válate el diablo por modo de desencantar! ¡Yo no sé que tienen que ver mis posas con los encantos! ¡Par Dios que si el señor Merlín no ha hallado otra manera como desencantar a la señora Dulcinea del Toboso, encantada se podrá ir a la sepultura!” (II, 35).
Y ante la amenaza de su amo de azotarlo, el pretendido Merlín limita los azotes a aquellos que voluntariamente se dé.
Consideremos que de alguna manera Sancho se vuelve ?según don Quijote? la vía de comunicación entre el caballero y la dama ideal, así en el episodio que se narra sobre la carta de don Quijote a Dulcinea (I, 25), que le es entregada y leída a Sancho, el que (hay que decirlo) no sabía leer ni escribir.
@enrigue_zuloaga