Política pública vs privada
Lo que vemos y está a la vista de todos es público; lo que se hace en la vida íntima y sin ser visible a los ojos de los demás se convierte en privado. Es lo que hacemos sin que los demás lo sepan.
La mayoría de la política que conocemos corresponde al ámbito de lo público, a lo que es posible de verse para todos los que quieran enterarse de lo que pasa. En cambio, lo privado suele ser lo que precisamente no se quiere que se sepa y que se realiza oculto a los ojos de los demás. Es lo que muchas veces no queremos que se sepa ni que se lleguen a enterar los demás.
El gran problema de la vida de los políticos es que se descubra lo que hacen en privado, tanto para bien como para mal. Desde su comportamiento rutinario hasta los pactos y negocios que tienen.
Mucha de la labor de investigación de los periodistas y reporteros es precisamente identificar las conductas y actitudes que se tienen en la vida privada y así descubrir las incongruencias e inconsistencias en relación a sus manifestaciones públicas.
La mentira y el engaño comienzan con la discrepancia entre lo público y lo privado, porque se vive de una apariencia maquillada de lo que en realidad no se es, ni se hace en lo privado.
Acaban siendo actores que se disfrazan con muchos diversos atuendos y actúan de una manera que agrade al público, pero que no es consistente con lo que realmente son. Por eso se dice que tienen doble vida. Viven aparentando lo que realmente no son. Y solamente muy pocas personas acaban por conocer lo que hay detrás de su fingido comportamiento. En verdad acaban por ser personas deshonestas e hipócritas.
Estamos ante la exigencia de hacer ver que coincida la vida pública con la privada, a que exista más congruencia entre lo que se aparenta versus lo que efectivamente se es. No queremos ver en funcionarios y candidatos a puestos públicos a personas que viven una vida doble y que se empeñan en seguirnos engañando con lo que presumen ser; pero que en realidad están muy lejos de verdaderamente serlo.
Debemos de contar con un mecanismo psicológico para desenmascarar a los candidatos que presumen y fingen ideas y modos de ser que no coinciden con lo que viven en su vida privada.
Un político honesto es, entonces, uno que es congruente entre su vida pública y su vida privada. Y nosotros estamos para corroborarlo.