¿Policías municipales en extinción?
La confirmación de la Comisión Ejecutiva del Consejo Estatal de Seguridad del desorden con el que operaba la Policía municipal de San Juan de los Lagos que intervinieron el lunes pasado por la presunción documentada de que la infiltración y complicidad con grupos de la delincuencia organizada ponía en riesgo no sólo a ese municipio sino a la región, vuelve a abrir el añejo debate de la viabilidad o no de los cuerpos policiales municipales.
Lo revelado de lo encontrado hasta ahora en esa corporación policial confirma la debilidad y todos los vicios que ya se habían conocido en otras intervenciones policiales y que se repiten en muchas comisarías de otros ayuntamientos: un jefe policial que operaba sin haber aprobado los exámenes de control y confianza; elementos que portaban armas sin tener los permisos correspondientes; otros que seguían patrullando pese a dar positivo en las pruebas antidoping; las renuncias de al menos 13 policías y la inasistencia de 50 de 164 uniformados tras la intervención del gobierno estatal y federal, entre otras irregularidades.
Este nivel de descomposición se encontró también, tan sólo en la pasada administración en 14 policías municipales que tuvieron que ser intervenidas, desarmadas y sus elementos encuartelados en las academias policiales de la capital del Estado de acuerdo con información publicada el martes pasado por EL INFORMADOR. Del 2014 al 2018 ocurrió en Unión de Tula, Villa Purificación, Pihuamo, Jilotlán de Dolores, Teocaltiche, Ocotlán, Bolaños, Tecalitlán, Cocula, Casimiro Castillo, La Barca y Villa Corona. También pasó en corporaciones de la zona metropolitana como Tlajomulco y Tlaquepaque.
De todos estos casos, sólo Tlaquepaque se inconformó al grado de presentar una controversia constitucional en la Suprema Corte de la que hasta ahora no se sabe su conclusión. Ante la primera intervención policial de la actual administración estatal, sería pertinente retomar lo que ese litigio pudiera aportar de elementos para saber si este tipo de operaciones ayudan o no a limpiar y fortalecer a las policías municipales o de plano confirman que debemos empezar a pensar en su desaparición como lo comentan altos mandos policiales estatales y castrenses, que ven en los elementos municipales más que ayuda, un estorbo y en el peor de los casos, a enemigos que alertan y protegen a los jefes de plaza y sus sicarios que los tienen cooptados, por temor o prebendas, por su superioridad táctica y de fuego.
Si las actuales autoridades del gabinete de seguridad estatal advierten que podrían venir más intervenciones en policías municipales que presumen también penetradas por las mafias, es claro que estamos ante un rotundo fracaso del intento de depuración policial que se viene haciendo desde hace más de una década con los exámenes de control y confianza, y que deben obligar a los gobiernos de los tres niveles a repensar sus estrategias de seguridad con o sin las comisarías municipales.
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