Ideas

Poder y libertad

¿Hasta qué punto tiene la autoridad el Gobierno, para restringir las libertades del individuo?

Dentro de muchos de los intelectuales y escritores que han tratado este tema destaca el de Claude Frédéric Bastiat (Bayona, 30 de junio de 1801 - Roma, 24 de diciembre de 1850) que fue un escritor, legislador y economista francés al que se le considera uno de los mejores divulgadores del liberalismo de la historia. Fue parte de la escuela liberal francesa, fue un entusiasta del libre comercio y del pacifismo.

Las reflexiones de Bastiat se centran en la idea de hasta dónde debe de llegar la pasividad del hombre obediente; frente al poder impositivo de la ley, ¿puede la sociedad gozar de la libertad?

El problema es que la libertad no sólo es un derecho que cualquier persona tiene, sino que es un poder que se otorga para ser usado para el desarrollo de sus habilidades y facultades, bajo el imperio de la justicia y la protección de las leyes.

Lo que implica considerar, según nos indica Bastiat, que no puedes hacer cualquier cosa que no sea usar esa libertad para la justicia y el cumplimiento de la ley, y desde luego desarrollar las facultades para ejercerlas.

No se trata de hacer lo que se te venga en gana, sino ser verdaderamente libre, es usar ese poder para el beneficio de la sociedad. Crecer individualmente, como persona educada, para ser parte de esa sociedad productiva, sin la cual no podría ser efectiva. Y la mejor forma de hacer que una sociedad  lo logre es por medio de las acciones que realiza el Estado. Así la sociedad le da las herramientas al individuo para que cumpla con su encomienda en producir para el beneficio de todos. Los que no cooperan, no ejercen su libertad en pro de la justicia.

¿Es el Gobierno el que tiene el poder para decidir qué es lo que deben de hacer los ciudadanos por la sociedad, o cada quien decida lo que quiera?

Cuándo una autoridad decide que los individuos restrinjan o disminuyan su ejercicio de la libertad, por una encomienda impuesta por la ley, la debe de obedecer sin duda, pero si esa ley resulta injusta o es un capricho impuesto por el gobernante en turno ¿La debe también de cumplir?

He ahí el dilema que nos inspira Bastiat.

¿Hasta qué punto el individuo debe de sacrificar su libertad y calidad de vida, en virtud de cumplir las instrucciones y directrices de una autoridad?

La polémica está ahora presente en nuestro ambiente ¿Qué tanto estás dispuesto a restringir tu habitual libertad por alcanzar un beneficio social más productivo y justo?

El miedo a perder la libertad puede romper la estabilidad y la paz, el objetivo más noble sería que se alcanzará, sin que la paz se quiebre entre la sangre y la violencia.

La libertad le pertenece al individuo no al Gobierno, y quienes intentan apropiarse de ella son una amenaza para el individuo.

¿Será nuestro caso?

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