Poder y demencia
¿Qué tiene el poder que embriaga a la mente?
Al igual que los buenos vinos, se trata de disfrutarlo y aprovecharlo de la mejor manera posible, con los alimentos adecuados y la compañía que más te agrada.
Pero qué desperdicio utilizar tan excelsa bebida, para emborracharte y perder el rumbo y la conciencia.
El poder es un cuchillo de doble filo, o te corta o cortas con él, o preparas tus alimentos o lo usas para herir a los demás.
Es un privilegio que permite hacer lo que los demás no pueden. Da ventaja para obtener lo que para otros parece imposible. Es una oportunidad que consigues a base de disciplina y persistencia o te llega por casualidad y sin realizar mérito alguno.
Si lo consigues por las buenas y lo posees por tus propios méritos, entonces comprendes que el poder es para usarlo más allá de tu propio beneficio. Si se obtiene por las malas, seguramente te será arrebatado de la misma manera que lo conseguiste.
Te permite realizar actividades que otros no tienen oportunidad. Es una opción que tienes más allá de lo que habitualmente podrías elegir.
El conocimiento, el dinero, las herramientas, los vehículos, las personas, la inteligencia, las leyes, la autoridad, son ejemplos de lo que te puede dar poder.
El tema principal es cómo lo obtienes y qué vas a hacer con él. Si lo consigues por las buenas y lo posees por tus propios méritos, entonces comprendes que el poder es para usarlo más allá de tu propio beneficio. Si se obtiene por las malas, seguramente te será arrebatado de la misma manera que lo conseguiste.
Lo importante es qué vas a hacer, una vez que lo tienes. Y sólo hay dos opciones: o lo usas para hacer el bien o para hacer el mal. Y definitivamente se cae en el terreno de la moral y de la ética. Lo que implica que no sólo lo decides a tu entero capricho, sino que hay un conocimiento que le da objetividad y forma para aprender a distinguir entre uno y otro.
Dentro de usar el poder para hacer el bien, está la opción de hacerlo en forma egoísta o de manera altruista. Es decir, para beneficio de los demás o sólo para sacar un provecho personal de él.
Al igual que las bebidas alcohólicas, es la cantidad ingerida lo que embriaga, porque te tomas toda la botella. Si la compartes y tomas con moderación no emborracha.
Dentro de usar el poder para hacer el bien, está la opción de hacerlo en forma egoísta o de manera altruista. Es decir, para beneficio de los demás o sólo para sacar un provecho personal de él
El poder es una sustancia que, usada con moderación y en beneficio de los demás, fortalece el liderazgo y la capacidad para tomar decisiones en favor del bien, en cambio para una persona que ya tiene una propensión al egoísmo, al subjetivismo, al capricho, al engreimiento, al despilfarro, a la prepotencia y a tantas otras afecciones de la mente. El poder de inmediato le hace daño y le inflama más sus ya de por sí factores vulnerables de la mente.
Especialmente en la medida de que se da cuenta del sometimiento que genera en los demás, cuando se ejerce. Y se pierde la noción de lo que se debe de hacer con él, y comienza a imponer y subyugar, con tal de que se cumpla lo que quiere. Y, desde luego, castiga a los que no lo hacen con el mismo poder que posee.
El poder, entonces, produce una clara alteración de la razón y comienza a generar delirios, fantasías, crece la sensación de superioridad, el carácter se empeora, aumenta el enojo, la explosividad, los impulsos y arrebatos. Ahora pertenece al mundo de su propio mito y se pierde la brújula. La embriaguez lo ha conducido a la demencia.