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Poder y abuso infantil

Acorralada en un rincón de la cocina, así tiene un fulano a una joven de 15 años mientras se para detrás de ella, pegando su enorme barriga en el cuerpo de la adolescente; casi encima, mete su cara en el cuello de la chica que permanece de espaldas y la sujeta con ambas manos. Es un video que comenzó a circular tras la denuncia contra el magistrado José de Jesús “N” por abuso en contra de la menor. 

En un momento la joven trata de zafarse, pero el agresor vuelve a sujetarla. No, no sale corriendo, ¡el miedo paraliza! No grita, no tiene para dónde hacerse... El abusador la tiene sometida. Especialistas hablan de que la mayoría de los casos de Abuso Sexual Infantil (ASI) son cometidos por algún familiar o gente cercana a la víctima, a su entorno, que tiene acceso a su casa o espacios donde pueden estar a solas con el o la menor... espacios que deberían ser de protección, afecto y resguardo de sus derechos.

Lo que se ve en el video de 30 segundos no es “manoseo”, es abuso sexual. Y el Código Penal de Jalisco, en su artículo 142, prevé de uno a cuatro años de prisión “a quien ejecute en una persona menor de edad o en una persona que no tenga la capacidad de comprender el significado de las cosas o de resistir el hecho, un acto erótico-sexual, sin llegar a la cópula”.

Uno de los grandes problemas frente al abuso sexual infantil es lograr que las víctimas rompan el silencio, que hablen de lo que están padeciendo, que lo verbalicen. Se trata de daños irreparables en la vida de miles de menores. Marcas que quedan de por vida.

Hoy aprovecho nuevamente este espacio para saber qué hacer cuando un menor revela que está siendo víctima de abuso sexual. Se trata de tres pasos que sugieren especialistas como la psicóloga Gabriela Porras:

Decirle: “Te creo, creo en lo que me estás diciendo”. Evitar el “¡No, no es cierto! Tu papá/tío/abuelo/hermano/padrino/quien sea no haría eso”… Hay que otorgarle credibilidad y confianza al infante, que sepa que le creen lo que está diciendo y que además se hará algo al respecto, sea quien sea el agresor.

Asegurarle: “Tú no tuviste la culpa”. Por favor, nunca le digan: “Es tu culpa por hacerle caso” o “por irte con él” o “por andar poniéndote esa ropa”. ¡No! La culpa no es de la víctima. Hay que reiterarle que lo que sucedió no es culpa suya, el otro es un abusador y lo ha engañado para que sucediera.

Afirmarle al infante o al menor que está cuidado, seguro, y que eso que vivió no volverá a pasar. Y denunciarlo.

Es valiente denunciar. Es valiente romper el silencio. La deuda con la infancia sigue siendo abismal, sobre todo en la prevención de la violencia y el abuso sexual infantil, en poder garantizarles protección.

El Supremo Tribunal de Justicia de Jalisco aprobó, con 29 votos a favor y dos en contra, la suspensión temporal del magistrado. En redes sociales se habla de otras denuncias públicas contra el también profesor. El proceso legal apenas inicia.

Quienes abusan o agreden a niños, niñas y adolescentes merecen castigos ejemplares, severos. No importa el cargo o posición social del agresor ni la gente que conozca o las relaciones que tenga con figuras en el poder… la infancia se protege, no se destruye.

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