Ideas

Pobres y despilfarrados

No creo necesario recordar en este espacio la importancia que tienen los bosques a nivel mundial para la vida del planeta y de la especie humana. Es un recurso de la mayor importancia tanto en el plano ecológico como en el plano comercial. Mantener un equilibrio sustentable en esta relación ha sido un problema global. Un mal ejemplo de esa tendencia devastadora, ajena a cualquier compromiso, nos lo ha dado casi permanentemente Brasil, sobre todo bajo el gobierno de Bolsonaro, un periodo en que la Amazonia brasileña perdió cientos de miles de hectáreas a manos de agricultores, mineros y taladores, sin que hubiera poder en el mundo capaz de frenar este ecocidio.

En contraparte, China se ha destacado en las últimas décadas por una campaña permanente de reforestación que le ha llevado incluso a ganarle terreno a un desierto tan imponente y agresivo como es el Gobi.

La cuestión del cuidado, conservación y crecimiento de las áreas forestales es de importancia vital, considerando que los bosques apenas cubren el 30% de la tierra. De ese total, México solamente posee el 1.4%, es decir, muy poco, y a pesar de eso, pareciera que estamos decididos a acabar con ese poco.

Pensemos en el caso Jalisco, ahora que entramos a la temporada de incendios forestales provocados y no provocados. Del total nacional de bosques que hay en México, nuestro estado tiene el 3.4%. Y al parecer, cada vez tiene menos. Esto se debe, sobre todo, a tres cuestiones que tienen que ver con decisiones y omisiones estrictamente humanas: tala inmoderada, invasión de nuevos cultivos y presión inmobiliaria.

La tala inmoderada de los bosques de Jalisco lleva ya varios sexenios y no ha hecho sino crecer. Antiguamente, a causa de los propios dueños, ahora hay que añadir la participación de las mafias delincuenciales que, como sabemos, gozan de todos los salvoconductos para delinquir. Un recurso infantil para encubrir esta devastación observable, sobre todo en la sierra de Tapalpa, ha sido conservar vallas de árboles a lo largo de los caminos que dan la impresión de que todo sigue bien, pero apenas se cruzan esas vallas, el paisaje es desolador.

La invasión de nuevos cultivos como las “berries” y las plantaciones de aguacates han llevado a la tala de miles de hectáreas de bosques. Algunas de las nuevas especies introducidas son agresivas desecadoras de los subsuelos por la ingente cantidad de agua que consumen, como son justamente los aguacates. Claro que la ganancia que producen es mucha, ¿qué le importa a los beneficiarios el daño que generan?

La otra plaga son las inmobiliarias, no sólo de la Zona Metropolitana de Guadalajara, sino las que operan en la ribera de Chapala y en las sierras de Jalisco, todas empeñadas en destruir los bosques para plantar desarrollos residenciales.

Ya vivimos la primera contingencia ambiental metropolitana. Más de cinco millones de personas respirando una atmósfera contaminada por el incendio provocado en el bosque de la Primavera. ¿Qué persona puede ser tan criminal o sicótica, para dañar así la salud de tan crecido número de personas, exponer la vida de quienes fueron a sofocar las llamas, y desangrar más los de por sí pocos recursos económicos del Estado?

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