Pesimismo 2020
Seamos honestos, no estamos ganando ni en claridad ni en rumbo. Este año tendría que anunciar ya el tipo de país, la forma de Estado y los contornos de Jalisco que la sacudida electoral y política pidieron en 2018. Pero no.
Recapitulemos. Los partidos políticos se desdibujaron, los líderes carismáticos más anti status quo tomaron el poder, los poderes. Los ciudadanos le dieron la espalda a las organizaciones tradicionales de participación pública y política, y los grandes temas nacionales se cuartearon. Señores, México se hartó, nos dijeron, y el manotazo sacudió tableros y cambió piezas.
No digo nada nuevo, pero lo traigo a colación ahora porque el arranque del año es un buen pretexto para asomarnos hacia delante, sin ánimo de evaluación. Más para otear el horizonte porque con lo que se sacudió el país, con lo que -se supone- se sacudió Jalisco y lo que se hizo durante todo el 2019 ya podríamos asomarnos, ¿no? Pararnos en la orillita y decir, ah, ok, para allá vamos.
Pero no. Estamos perdidos en los pasillos de la incompetencia burocrática, dando vueltas en remolinos de temas coyunturales idiotas que tienen que ver con panes en las orejas y declaraciones que se lleva el viento de las mañanas; corriendo en círculos alrededor de las carteras que no se abren para que la oxidada y raquítica maquinaria de salud funcione al menos como antes. Mal, pero al menos que funcione mal. En eso se nos está escapando el tiempo de la transformación: en buscar quién hace qué para lo básico, la administración inercial del gobierno ineficiente.
Los grandes temas nacionales están ausentes y déjenme decirles que no, la bandera de la lucha anticorrupción no es un gran tema nacional. Es un problema de tubería, de delincuencia, de burocracia y de crimen burocratizado que no se resuelve, por cierto, con discursos moralinos.
Problemas la escasez que se viene de energéticos, el papel del Estado como garante de convivencia, la cuarteadura del sistema federal, la organización del agua, el comercio de droga, el rompecabezas fiscal. ¡Esos sí son temas! Y no tienen que ser nacionales, por cierto, no hay que esperar a que Monreal los ponga sobre la mesa. La clase política de los estados tiene responsabilidad y además, incentivos. ¿Están ciegos? Les están comiendo el mandado político pero no sólo eso, les están provocando problemas de gobernanza territorial para los que no habrá ni facultades ni recursos que valgan.
Estoy pesimista. El viejo orden corrupto e ineficiente no fue sustituido con un orden eficiente y con rumbo. No por lo menos hasta ahora: tenemos un peor gobierno de la seguridad, un peor gobierno de la salud, un peor gobierno de la energía. Me asomo a la orillita y trato de otear horizontes más claros, con mejor rumbo. Trato de ver si alguien sacó ya las herramientas para ello, aunque no sirvan aún, aunque estén en ciernes. Pero no. No es el Insabi, no es la guardia nacional, no son los superdelegados, no es el aeropuerto de Santa Lucía, no son los nueve programas estrella de entrega de billetes. No, nada de eso sirve para adelante. Me asomo y busco rumbos, pero no.