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Periodismo y periódico, ¿algún futuro?

En el mundo occidental el periódico y, por ende, el periodismo, nacieron como una alternativa a los sectores institucionalizados de la política, la educación, la cultura, la economía y la religión. Era la puerta a la libertad de pensamiento en todos los órdenes, a la pluralidad, al espíritu crítico y al debate. Su objetivo original fue informar y poner en sintonía a la sociedad desde esa otra ladera, y tuvo tanto impacto que muy pronto se convirtió en un fruto apetitoso, y por lo mismo, debió enfrentar el riesgo permanente de la infiltración, la manipulación, la amenaza y la mordaza.

Al margen de sus orígenes históricos, es un hecho que la época de oro del periódico fueron los siglos XIX y XX, y su crisis inició con el afianzamiento de una nueva cultura digital, que no cuestionaba al periodismo, pero sí a su forma clásica de expresión, el periódico impreso. Esta crisis ha tenido especial impacto en sociedades que vieron al periódico como un recurso publicitario, y no como un medio para informarse, por lo mismo, al surgir otras alternativas, dejaron de aportar a los periódicos los notables ingresos que daban a cambio de publicidad, ingresos que permitían a los periódicos costear su aparato periodístico informativo. Pero también los lectores que acudían al periódico para buscar la publicidad encontraron de pronto otras muchas alternativas, incluso gratuitas.

Existía desde luego un consolidado público lector de periódicos, al margen de su carácter publicitario comercial, pero ese sector, por ley natural, comenzó a disminuir, mientras que las nuevas generaciones no heredaron ese gusto e interés. Esas nuevas generaciones hay que ubicarlas entre los nacidos a partir de 1990, cuando el internet estaba en plena expansión sin que se advirtieran todavía sus infinitas posibilidades.

Paradójicamente eran los periódicos los que estaban más posibilitados para entrar a internet y establecer ahí un nuevo periodismo, pero las posibilidades materiales no siempre coinciden con las posibilidades mentales, y así sucedió que todos los periódicos entraron en crisis, incluso en sociedades tan lectoras como serían las europeas o la norteamericana.

Se debe advertir que el combate no era solamente entre un medio impreso y un medio digital, el debate más fuerte ha sido entre la palabra escrita y la imagen sonora, también un debate de tiempo, entre la información procesada y la información inmediata, o de muy rápida edición, así como el debate entre formas estáticas y formas constante y permanentemente variables. La búsqueda de la novedad en la cultura actual es casi obsesiva y frenética.

El otro reto, no menor, ha sido la inicial incapacidad que muchos periódicos mostraron para poder obtener recursos económicos desde un periodismo digital, es decir, el no saber como cobrar en internet, pero por encima de todo, el no saber como hacerse deseable a través de estos nuevos caminos, y tanto, que la gente pague para poder entrar a su espacio.

Es posible que durante varios años la crisis del periódico impreso se mantenga, lo cual le dará la oportunidad de seguir incidiendo en el campo de la creatividad y del dominio de las nuevas carreteras informáticas.

armando.gon@univa.mx

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