Ideas

Peras al olmo

Uno querría conceder, a beneficio de inventario, que hay sinceridad en las palabras del Presidente López Obrador, al expresar, ayer, su desagrado con “lo que tenga que ver con la vanidad, el culto a la personalidad”...

-II-

Al comentar, en “la mañanera” del día, la noticia de que la estatua de cantera rosada con su efigie que le dedicó e inauguró hace menos de una semana el ex presidente municipal de Atlacomulco, Estado de México, Roberto Téllez, fue derribada y decapitada, López Obrador señaló que, de habérsele consultado, habría declinado el honor; que su “recompensa” (por definición, “remuneración por un trabajo o servicio”) es “el amor de millones de mexicanos”. (Prueba incontrovertible de ello, que uno de esos mexicanos -el padre Alejandro Solalinde, admirable por muchos conceptos- declaró recientemente que aquél “tiene rasgos de santidad” por el amor que profesa a los pobres).

Si, según Enrique Jardiel Poncela, “una estatua es una figura, generalmente de bronce o de mármol, que sirve para poner en ridículo a un hombre ilustre y a un escultor”, en México abundan los ejemplos de la veracidad del aforismo. Independientemente de las agresiones ciegas de que son objeto por parte de los manifestantes que ocasionalmente salen en manada a vandalizar indiscriminadamente mobiliario urbano y propiedades privadas -vidrieras, escaparates, automóviles...-, infinidad de estatuas (y, con ellas, la memoria de los personajes a los que pretenden inmortalizar y someter a la veneración ciudadana) son pintarrajeadas, grafiteadas o deterioradas con cualquier objeto contundente. Clara señal de que ni los presuntos próceres a los que representan, ni las acciones, virtudes o valores morales que les ganaron ese homenaje, merecen el respeto unánime de la ciudadanía.

-III-

Cualquiera diría que, en congruencia con la modestia que denotan esos conceptos, no estaría mal que -en consonancia, además, con los tradicionales buenos propósitos de Año Nuevo-, desde la alta investidura del interfecto se tomara la decisión de cancelar el ejercicio de narcisismo (“admiración exagerada por sí mismo”) que, en el fondo, sería la consulta sobre Revocación de Mandato: en parte porque cualquier mortal con dos dedos de frente vislumbra que será ociosa, en el mejor de los casos..., y en parte porque a los miles de millones de pesos (de dinero del pueblo) que se invertirán en ella, seguramente podría dárseles un mejor destino... en beneficio de los pobres, por ejemplo.

(No estaría mal, reiterémoslo..., aunque de antemano se sabe que a nada conduce pedir peras al olmo).

jagelias@gmail.com

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