Pepenadores tratados como basura
Cuando no tienes nada, no tienes nada qué perder. Esta frase resume perfectamente la “postura” desde la cual negocian los pepenadores que se manifiestan en el centro tapatío desde el jueves.
Sin embargo, este problema no comenzó la semana pasada. Inició con el cierre de Laureles en septiembre del año pasado. Hasta allá hay que remontarnos.
Lo que sería una solución ambiental se ha convertido ahora también en un problema social. El cambio en el modelo de gestión de la basura en la metrópoli con el programa estatal Jalisco Reduce apostó por un sistema sustentable de “economía circular”, pero “olvidó” a las personas.
Primero, cerca de un millar de pepenadores se opusieron al cierre de Laureles en septiembre de 2021, su fuente de trabajo (informal), y en donde por más de dos décadas se depositó la basura de los tapatíos.
A pesar de que el Plan de Cierre, Rehabilitación y Abandono de Laureles advertía de la problemática social derivada de la pepena, ni gobierno ni concesionario anticiparon esta crisis.
Tras el cierre de Laureles y protestas como la de ayer, los pepenadores se fueron a Matatlán y los menos a Picachos pues la lejanía y derechos de antigüedad de otros recolectores impide que este último vertedero sea una alternativa real.
La pepena, prohibida por ley, implica un modo de vida marginal, riesgoso para la salud, violento muchas veces y sin seguridad social. Pese a esto, un recolector tiene ingresos por alrededor de 8 mil pesos mensuales. Por eso, ¿alguien cree que claudicarán fácilmente de sus demandas?
Hasta ahora nadie se hace responsable de atender esta problemática social (salvo los antimotines). La ley indica que debe encargarse el concesionario que opera el relleno sanitario. También el estudio de cierre de Laureles subraya que los municipios deben colaborar en las opciones de atención y reubicación de esta población. El gobierno estatal, por su parte, impulsa un nuevo modelo de gestión de la basura con Jalisco Reduce, pero tramposamente se desmarca del problema.
En Oaxaca, la asociación civil Sikanda opera un esquema exitoso de reciclaje inclusivo, cohesión y participación social. Con un sistema enfocado en las personas y de la mano de la comuna, crearon un centro de tratamiento de residuos sólidos bajo techo con bandas de separación, dotaron de uniforme a los trabajadores, maquinaria y equipo.
Mandar antimotines para contener una manifestación de un grupo que no tiene nada qué perder y todo qué defender sólo dará a los pepenadores más razones para luchar y resistir.
Cuando las autoridades y particulares sean corresponsables y aborden el problema desde su dimensión social, no sólo ambiental y económica, dejaremos de lado el conflicto para entonces crear una oportunidad.