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“Pep” Guardiola, o las raíces del “Tiki taka”

Mañana 18 de enero Josep Guardiola celebrará 48 años, la mayor parte de los cuales ha dedicado a una carrera que lo ha convertido en el técnico más admirado de la última década.

Entrenando al Barcelona entre 2008 y 2012, Guardiola ganó tres Ligas de España, dos Copas del Rey, tres Supercopas, dos Ligas de Campeones, dos Supercopas de la UEFA y dos Mundiales de Clubes, imponiendo además una idea de fútbol total a la española (resumida en la onomatopeya “Tiki taka”) que está destinada a formar un capítulo aparte en la historia del futbol.

Muchas de las líneas que iban a converger y entretejerse para formar ese Barcelona son similares entre ellas: hijos de familias honestas, que crecieron lejos de la capital de sus respectivos países y sólo pensaban en el futbol. Messi en Rosario, Iniesta en Fuentealbilla, Guardiola en Santpedor, en Cataluña.

“El estar en un pueblo ayuda”, dice Guardiola a Jorge Valdano. “No había otra cosa que hacer que estar en la calle con amigos del colegio del pueblo”.

Guardiola, o “Guardi”, como era llamado por sus vecinos, era hijo de un albañil y llevaba el balón a todas partes para poder jugar antes y después de ir a la escuela.

“Driblaba, tenía capacidad de irme uno contra uno, pero no sé dónde lo dejé”, comenta riendo Guardiola, cuya principal característica como jugador no iba a ser la gambeta, sino la visión de juego.

Aunque era seguidor del Barcelona, en su cuarto “Pep” tenía un póster de Michel Platini, uno de los futbolistas más famosos de los años ochenta. No lo había visto jugar porque la televisión no transmitía partidos internacionales, pero sabía que era talentoso. Lo que no sabía que en el futuro iba a  entrenar a un prodigio todavía más grande que Le Roi, un cierto Lionel Messi.

No todo en la vida de “Pep” era futbol. A los siete años el futuro entrenador se transfirió a La Salle de Manresa, una escuela católica lejos de casa, donde se formó esa voracidad intelectual que le ha permitido absorber conocimientos de las fuentes más dispares para incorporarlos a su idea de juego.

Mientras juega en La Salle, Guardiola es notado por visores del Club Gimnàstic de Manresa. En los entrenamientos se considera falta levantar el balón más de un metro. Germina aquí una de las raíces del Tiki-taka que el técnico iba a hacer famoso con el Barcelona.

A los 11 años, el padre de “Pep” lo inscribe para que participe en pruebas para entrar al Barcelona. El chico tiene que intentarlo tres veces, pero es aceptado, aunque sus padres deciden que es demasiado joven para vivir lejos de casa. Dos años después, el club insiste; llaman a los Guardiola y esta vez la familia accede. “Pep” se muda a La Masía, la academia del Barcelona.

La historia futbolística de Guardiola comenzaba oficialmente, pero la empresa se había puesto en marcha mucho antes.

“Nadie valoró el hecho fundamental de que Guardiola es hijo de un paleta (albañil). Su padre, Valentí, representa para él un ejemplo de integridad y esfuerzo”, dice David Trueba, amigo de Guardiola, quien hace referencia al calzado típico de la vida rural española para describir al entrenador: “Dentro de los caros zapatos italianos hay un corazón en alpargatas”.

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