Pensar, aunque incomode
"La tolerancia llegará a tal nivel que las personas inteligentes tendrán prohibido pensar para no ofender a los imbéciles"
Fiódor Dostoyevski.
En febrero de 1942 un grupo de jóvenes vinculados a la Universidad de Múnich, lanzó en el Hall una serie de panfletos que invitaban a reflexionar sobre las mentiras y el engaño del nazismo. Inspirados en Schiller, Dostoyevski, Hacker y otros pensadores más.
El grupo de jóvenes universitarios, junto con el profesor Kurt Huber, se hicieron llamar la Rosa Blanca (Die Wisse Rose) y su principal acción fue escribir un documento en el cual se denunciaban las mentiras y atrocidades cometidas por parte del régimen nacionalsocialista. Una franca invitación a una resistencia pacífica e intelectual.
Uno de aquellos jóvenes Hans Scholl, había formado parte de las juventudes Hitlerianas y estuvo en el campo de batalla, en donde vivió tal cantidad de atrocidades, que volvió convencido de lo importante de alertar a lo demás de la realidad de lo que sucedía.
Desde luego que fueron denunciados, detenidos, enjuiciados por traición, y condenados a muerte por medio de la Guillotina en el mismo Palacio de Justicia.
Hoy se les tiene como defensores de la democracia y han recibido una serie de homenajes, llegándose a llamar una plaza cercana a la Universidad Geschwister Scholl, en honor a los hermanos que dieron su vida.
Hoy tenemos abundante bibliografía de este suceso, incluso hay una película del director Marc Rothemund “Sophie Scholl - Los últimos días” (2005). Queda en la memoria del colectivo alemán, la fuerza del pensamiento, de la reflexión, del estudio por encima de los caprichos de los dictadores y personas que se creen iluminadas y salvadoras de un país.
El poder de las ideas y de la razón, permiten conocer las mentiras detrás de los discursos, de la oratoria y de la demagogia de los falsos líderes y supuestos libertadores de sus pueblos.
De aquí la importancia del mensaje de Dostoyevski, al decir que los intolerantes no soportan la crítica de los inteligentes, y el recurso de los imbéciles es acallarlos con el poder de las armas y la manipulación de las leyes.
Así lo hemos comprobado en la historia, pero queda siempre el recuerdo de los valientes que se han atrevido a desafiarlos con la verdad y la razón.