Pemex y los ahorros de AMLO
Alguien más o menos cercano lo definió como tacaño. Sabemos que los datos que le importan de la economía nacional son los que tienen que ver con el flujo: lo que cobró el SAT, lo que mandaron de remesas los paisanos y la cotización del dólar. Aquí hemos dicho que el gobierno actúa con lógica de abarrotero gallego, como el papá de Manolito el de Mafalda, o peor del joven que cree que ahorra más si corre detrás de un taxi en lugar de correr detrás de un camión. Todas son caricaturas, pero que pintan de cuerpo entero a un gobierno que no solo desprecia la administración pública y la técnica, sino que continuamente manda mensajes contradictorios sobre el origen y destino de los recursos.
La compra de la refinería en Texas es quizá la decisión más polémica en términos de ejercicio presupuestal que ha hecho este gobierno. No pocos lo ven como un símbolo de fortaleza, incluso como una reivindicación nacionalista a pesar de que en el fondo lo que está haciendo el presidente es culminar un proyecto iniciado por la administración de Carlos Salinas y cuyo objetivo central fue sacarle la vuelta a la ineficiencia del sindicato de Pemex. La inversión y los empleos se quedarán allá, del otro lado de la frontera. Los críticos son más contundentes: es un pésimo negocio, estamos comprando chatarra, si Shell, una de las empresas más grandes el mundo, vende su refinerías es porque las gasolinas no tienen futuro.
La compra de la refinería en Texas es quizá la decisión más polémica en términos de ejercicio presupuestal que ha hecho este gobierno
Más allá del debate sobre la pertinencia de la inversión me parece que el cómo se hace la compra, de dónde salió el dinero, es políticamente más delicado. De sobra sabemos que Pemex es una empresa quebrada y endeudada que no podría desembolsar por sí misma esa cantidad; el dinero tuvo que salir de otro lado. De acuerdo con la versión del propio presidente, el origen de los recursos para la compra de la refinería es “ahorro”: 30 mil millones de Banobras y 17 mil de lo que fue el Fondo Nacional de Desastres Naturales (Fonden). En el gasto público no hay ahorros, esos solo existen en la mente abarrotera del presidente, lo que hay, en el mejor de los casos, y eso es lo que debemos exigir a todos los gobernantes, es eficiencia. Los 17 mil millones de pesos “ahorrados” del Fonden son los mismos que se dejaron de canalizar a las familias víctimas de desastres naturales, por ejemplo, las que están sufriendo la sequía en el norte y centro del país. Los 30 mil millones “ahorrados” de Banobras son en realidad obras públicas que se dejaron de hacer, infraestructura que no se construirá en beneficio de X o Y ciudadanos de este país.
Dicho de otra manera, el presidente cree que lo más importante para el país es rescatar a Pemex, una apuesta que a estas alturas del partido no solo parece descabellada sino un contrasentido, una política condenada al fracaso.
Al tiempo.
diego.petersen@informador.com.mx