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El cine, es sin dudas una de las artes que siguen funcionado como entretenimiento

El cine, es sin dudas una de las artes que siguen funcionado como entretenimiento; cambios, sin duda ha habido en el formato, pero se trata de forma, el espectáculo sigue si bien han desaparecido los grandes teatros, sitios inmensos, algunos con varios balcones, de asientos, más bien incómodos, pero que en principio bastaban; para lograr los actuales cines, muy cómodos, tanto que muchos espectadores tenemos al asistir el riesgo de practicar alguna siestecita a media función; también en la tele pasan muchas películas y creo que lo más nuevo, es contratar las series, que son películas de gran duración que pueden ser vistas en tablets, computadoras y hasta en teléfono. Pero lo esencial es el filme, la película, la historia que, al verla, nos trasportaba a mundos insospechados.

A mi, siempre me fascinó el cine, y así, una bola de niños nos reuníamos a ir al cine en la Casa Loyola, donde daban buenas películas y cuidaban la moralidad de la clientela ya que oscurecían besos y hasta alguna escena , que se decía, subida de color. Cuando vi las escenas en Cinema paradiso recordé con cariño esas funciones que a mi y a muchos nos aficionó.

Solo Dios sabe los circos que teníamos que hacer para conseguir, en casos extremos, los sesenta centavos que costaba el balcón de cines como el Lux, el Edén, que por esa suma nos permitía ver tres películas en permanencia voluntaria.

Había ocasiones en que esto era más complicado, por ejemplo, cuando daban películas americanas, fundamentalmente, en cines como el Variedades, que aún está de pie y creo es un centro cultural; creo recordar que este cine y tenía una luneta, que valía cuatro pesos, lo que era impensable para hacerlo con frecuencia, pero tenía un segundo balcón que era muy económico y ahí daban películas gringas, con subtítulos y en esa época había mucha gente que no sabía leer, así que todo lo que ocupábamos era conseguir cuatro o cinco clientes de a peseta para pagar nuestra entrada y leer a la clientela en voz alta los subtítulos y que entendiera de qué se trataba, lo incómodo era que ese balcón no tenía butacas, sino banca corrida y quedaba uno casi ahogado por los clientes que querían escuchar.

Otro cine costoso, porque había que dar una cooperación al inspector, ya que eran películas para adultos  y entonces se suponía no dejaban entrar infantes, hecho que se relajaba con una cooperación que si bien me acuerdo era de dos o tres pesos, esto era en el cine Jalisco que después se llamó Tonallan, atrás de las nueve esquinas; los viernes eran los días señalados y recuerdo que la función extrema se pasaban “niñas sacrificadas” “la torre de Nesle” y “Lucrecia  Borgia”. Lleno total. Años después vi en la tele esta última y pensé, a toro pasado, que la peli en cuestión debió haberse llamado Santa Lucrecia, toda la perversidad la llevábamos en la cabeza, pero en su momento, era toda la perversidad infantil que podíamos tener.

@enrigue_zuloaga

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