Patti
El activismo tiene muchos rostros y muchas formas de expresión. Para algunos es el grito desenfrenado; para otros, la fuerza; algunos inciden con el silencio más profundo, pero todos tienen el mismo objetivo: transformar con un mensaje de consciencia social.
Agentes de cambio a lo largo de la historia conocemos varios. Pocos se convierten en iconos, algunos entraron a los libros de historia que nos formaron desde niños. La mayoría difunden un mensaje de paz e igualdad que viven en carne propia desde la libertad que les fue arrebatada, pero pocos se manifiestan a través del arte como Patricia Lee Smith.
Siete décadas de historia en un cuerpo de mujer que cambia y da frutos una y otra vez, así es Patti Smith, a quien algunos han llamado “La madrina del punk”, otros más le han puesto una corona y la nombraron “Reina del punk”, ella prefiere no aferrarse a ningún título ni etiqueta; elige ser como ese movimiento del cual se engendró la leyenda, que en sus muchas entrevistas ha reiterado que es simplemente libertad.
Disidente la han llamado, feminista también y hay algo de razón en ello, pues afirma que en cada momento histórico la inconformidad social debe manifestarse. Ahora, en un momento donde el feminismo parece casi una ofensa, la cantautora y poeta señala que no es más que la fuerza de una mujer para pedir el espacio que necesita en una sociedad donde los hombres deben tener la fuerza suficiente para dárselo. Habrá que poner en tela de juicio -por las marchas en todo el mundo- la fuerza de los hombres a los que la también escritora se refiere.
A Patti le costó -hace 50 años, desde el álbum “Horses” (1975)- ganarse un lugar en una escena musical fuerte e irreverente dominada por hombres. Como muchas mujeres tuvo que esforzarse el doble, pero no le reconocieron sólo la mitad. Ella está hecha de otra madera. Ha pisado escenarios en todo mundo, pero fiel a su esencia artística, forjada entre poetas malditos y la influencia de los músicos-poetas como Dylan -amigo personal quien le pidió incluso acudir a la ceremonia del Nobel de Literatura que le fue otorgado en 2016-, no se doblega ante la fama sin objetivo. Ahora, a sus casi 80 años, sigue en pie de lucha con un mensaje de transformación, para no conformarse ni con la política ni con la injusticia social ni con la guerra ni con el caos climático al que hemos llegado.
Estadounidense de nacimiento, pero ciudadana del mundo, como pocos artistas puede abrir la ciudad de Nueva York con sus propias llaves -otorgadas hace un par de años- y llevar cualquier cantidad de reconocimientos en la maleta, uno tan brillante como el otro, como si fueran curiosidades de un coleccionista involuntario.
La mujer que canta poemas y narra imágenes estará en la ciudad en los próximos días como invitada especial de la FIM (Feria Internacional de la Música) con la producción “Correspondences”, un performance y exposición a cargo de Soundwalk Collective y la propia Smith en el Conjunto Santander el próximo 28 de febrero.
Heredera de la fuerza de mujeres con voz propia, de imagen andrógina, creadora de letras impensables en su época sobre temas tabú como su propia versión de “Gloria” y también de himnos como “People have the power” que se cantan en marchas y manifestaciones, Patti ha visto la evolución del movimiento feminista de los últimos años, desde el “#MeToo” y “Ni una menos”, hasta el “Se acabó” y “Women, life, freedom”, un movimiento en el que ella también ha sido parte a su manera, superando el machismo de su época y del que huyó para romper con los estereotipos que pretendían imponerle, es así como ahora, en el umbral de su visita y del 8M, la artista trae su mensaje en el que lo único importante es defender la libertad.