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Paternalismo libertario 

Un “nudge” lo podemos entender como el aspecto de la arquitectura de elección que altera el comportamiento de las personas de una manera predecible sin prohibirles ninguna opción ni cambiar significativamente sus incentivos económicos. En términos coloquiales, es un empujón. Adentrémonos al tema para ver los efectos que los mismos pueden tener.

El paternalismo libertario es un tipo de paternalismo “débil”, pues no se le bloquea ningún tipo de opciones a los particulares. 

Dentro de su libro, Nudge: Improving Decisions About Health, Wealth, and Happiness, Richard H. Thaler y Cass Sunstein hablan sobre el término de paternalismo libertario y su funcionamiento. A primera vista, el término parecería contradictorio desde su esencia. ¿Cómo se puede ser paternalista y al mismo tiempo libertario? El aspecto paternalista subyace en la idea de que es legítimo para los arquitectos de elección tratar de influenciar el comportamiento de las personas con el propósito de hacer sus vidas más saludables, más largas y mejores. Son esfuerzos por parte del sector privado y público para encaminar a las personas en rutas que mejorarán la calidad de sus vidas.

El paternalismo libertario es un tipo de paternalismo “débil”, pues no se le bloquea ningún tipo de opciones a los particulares. Si la gente decide consumir excesos de azúcar o fumar, por ejemplo, son libres de hacerlo sin sanción alguna. Para poder ejercer el paternalismo libertario, no se puede perder de vista la arquitectura de elección.

Un arquitecto de elección es aquel encargado de organizar el contexto en el que las personas toman decisiones. Algo que estos arquitectos entienden es que los pequeños y aparentemente insignificantes detalles tienen un gran impacto en el comportamiento de las personas.

Un arquitecto de elección es aquel encargado de organizar el contexto en el que las personas toman decisiones.

Tomemos un ejemplo sencillo. El encargado de las cafeterías de una escuela, “X” tiene la facultad de decidir el acomodo de la comida ofrecida cada día a los estudiantes. Puede escoger el orden en el que está la comida, poniendo al principio el postre, en medio la entrada y al final el plato fuerte. Según Thaler y Sunstein, el orden que escoja el encargado de la cafetería sí terminará afectando lo que comerán los estudiantes. Un simple “empujón” determinará si los estudiantes comen o dejan de comer ciertos alimentos. En este caso, el encargado de la cafetería es un arquitecto de elección que hizo uso de un “nudge”. Lo mismo se puede aplicar en cualquier escenario.

Se deben implementar “nudges” tanto en el sector privado como en el público. Necesitamos arquitectos de elección que coloquen a las personas en un camino que pueda mejorar sus vidas. El Estado, en lugar de tomar acciones radicales en torno a cómo se deben comportar sus ciudadanos y qué acciones deben adoptar (tales como imponerles más sanciones innecesarias) deberían inclinarse más hacia el paternalismo libertario.

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