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Partidos pobres o pobres partidos

Los partidos políticos solían chillar que la mitad de su presupuesto de campaña se lo gastaban en publicidad en medios de comunicación. Que esa enorme cantidad de recursos de la gente -miles de millones de pesos-terminaban en los bolsillos de las empresas de televisión, radio y prensa escrita. Y que eso hacía carísima la democracia mexicana.

Así que decidieron, como parte de la reforma electoral tras la disputada elección entre Felipe Calderón y López Obrador, regalarse los spots: modificaron la ley para tener miles de minutos gratis en radio y televisión.

Uno hubiera pensado que, dado que ya no tenían que gastar todo ese presupuesto en medios electrónicos, se iban a recortar los ingresos. Pero en una de las maniobras más tramposas de la vida política mexicana, todos los partidos se pusieron de acuerdo para no tener que gastar tanto dinero, pero tampoco recortarse los ingresos, es decir, no devolverle a la gente ni un centavo de lo que se ahorrarían.

De ese tamaño fue el cinismo de aquella reforma electoral. ¿Qué quedó como fruto? Partidos políticos cada vez más despreciados, pero cada vez más millonarios.

Desde entonces, han vivido años de gloria: aun cuando no hay elecciones, una danza de miles de millones de pesos se reparte del más al menos votado.

El año próximo, solamente de recursos federales (hay que sumar los de los estados), Morena se lleva mil 700 millones de pesos, mientras PAN y PRI aproximadamente 900 millones cada uno. Un escándalo, sobre todo si consideramos que el año próximo… ¡sólo hay elecciones para unos cuantos puestos locales!

El abuso es tan atroz que hoy circula la propuesta de recortar el presupuesto a los partidos. Algunos se resisten. Ninguno de sus argumentos me parece bueno:

Dice la oposición que con poco dinero no le pueden hacer frente al gobierno con tanto derroche del presidente López Obrador en programas sociales. Falso. Él mismo arrasó en la elección presidencial con el menor presupuesto de los tres y frente a fondos de programas sociales de gobiernos federal y estatales que eran todos de sus partidos rivales.

Dicen que si les bajan las transferencias de dinero público que se transparenta, entonces va a llegar dinero sucio, de empresarios a cambio de favores, de narcos. Falso. Ese dinero de todas maneras llega y ha llegado. Lo que hace falta es una fiscalización todavía más eficaz y en tiempo real. El INE ha dado pasos en esa dirección, pero claramente sin llegar a su objetivo: el dinero bajo la mesa sigue siendo protagonista de las campañas.

Dicen que sin dinero no se puede competir bien. Falso. Existen infinidad de ejemplos en nuestro país -democracia tan imperfecta- de que cuando hay buen mensaje, hasta con poco dinero se gana.

Los partidos políticos no deben tener pretextos. Es más fácil derrochar el dinero ajeno. Les toca trabajar en un buen mensaje: es increíble que con un presidente dando tantos tumbos, la oposición siga sin existir.

(carlosloret@yahoo.com.mx)

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