Partidos, elecciones y el reino del cash
El libro “El Rey del Cash”, de Elena Chávez, ha generado una polémica extendida debido al clima de polarización política que se genera al tocar la figura del Presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO). Para algunos adversarios del Mandatario, las revelaciones del libro eran suficientes para causar daño al político tabasqueño y al Gobierno de la Cuarta Transformación. Pero no ha sido así, no sólo por la defensa a ultranza que hacen los seguidores de López Obrador, sino sobre todo por la debilidad del texto de Elena Chávez, cuyo relato está basado más en recuerdos y apuntes que en pruebas y evidencias, como apuntan varias reseñas del libro.
Como dice el subtítulo, el objetivo del libro de Elena Chávez era mostrar el “saqueo oculto del Presidente y su equipo cercano”, pero hasta ahora no hay pruebas concluyentes del saqueo ocurrido según la autora, quien fuera pareja sentimental de César Yáñez, vocero y colaborador cercano de López Obrador durante varios años.
A pesar de la debilidad de las pruebas aportadas en el libro referido, podemos confiar en que apunta a una gran verdad: ningún proyecto político del tamaño del que encabeza López Obrador (fundador de dos partidos y competidor en tres campañas presidenciales), ningún partido y ninguna campaña electoral en México funcionan sin el flujo generoso y no fiscalizado de dinero en efectivo.
“El Rey del Cash” pretende denunciar una novedad cuando en realidad el flujo del “cash” en los partidos políticos y las campañas electorales es la norma y no la excepción.
Antes de las rígidas leyes electorales que se aprobaron en México a finales del siglo XX, debido a los fraudes electorales del partido de Estado, el viejo Partido Revolucionario Institucional (PRI) se financiaba directamente de las arcas del Gobierno a través de varias dependencias. En los gobiernos municipales una parte de los recursos del PRI provenían de los sistemas DIF; los gobiernos estatales proveían al partido tricolor en maletas de dinero en efectivo que se llenaban en la Secretaría de Finanzas. A escala federal, el dinero para el sostenimiento regular del PRI provenía de varias secretarías de Estado o directamente de paraestatales como Petróleos Mexicanos (Pemex), que aportó más de mil millones de pesos a la campaña presidencial de Francisco Labastida Ochoa en la elección del 2000, que perdió frente al panista Vicente Fox Quezada.
Es gracias al abundante dinero en efectivo que triunfó Vicente Fox, debido a recaudaciones irregulares a través de la estructura denominada Amigos de Fox. Otra parte del abundante “cash” que circuló en la campaña panista del 2000 fueron las aportaciones empresariales que se hacían en reuniones donde se llevaba a cabo el tradicional “pase de charola”.
Esta práctica, por cierto, fue inaugurada en noviembre de 1993 por el entonces mandatario Carlos Salinas de Gortari en una cena con empresarios a quienes les pidió dinero para sostener al PRI en el renovado esquema de financiamiento a partidos.
Aunque por lo general el reporte de gastos de los partidos en las campañas electorales se cuadra para hacer coincidir ingresos y gastos, por lo general todas las campañas exceden el límite de gastos fijado por la autoridad electoral, como se demostró en la campaña presidencial de Enrique Peña Nieto, quien se estima que excedió 20 veces el tope de campaña que era de 340 millones de pesos.
El flujo del “cash” se ha hecho más común en las campañas debido a que los procesos electorales se han encarecido sustancialmente debido a que la mayoría de los votos que consiguen los partidos provienen de estructurales partidarias y de campaña que requieren enormes cantidades de dinero para que funcionen. Por ejemplo, una fuente afirma que en 2012 el priista Aristóteles Sandoval gasto 10 veces más del tope de campaña que era de 25 millones de pesos. Estas estructuras de campaña requieren pagar responsables en cada sección electoral, que va ascendiendo a los municipios, los distritos, los estados y las circunscripciones electorales. En cada escala de esta estructura se tiene que pagar a los responsables de que esa maquinaria electoral funcione durante las campañas y especialmente en el día de la votación.
De modo que sin lugar a dudas, hay flujo de “cash” en el actual partido en el poder, Morena, en sus candidatos, como lo hay en el resto de los partidos políticos. Se puede afirmar que el financiamiento de partidos y campañas es el reino del “cash”.