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Parejas LAT: juntos, pero separados

Conocerse, enamorarse, casarse, vivir juntos y formar una familia… ese solía ser el modelo tradicional o culturalmente ideal de pareja, así había sido históricamente reproducido en los cuentos de amor y las películas románticas. Pero los tiempos han cambiado: social, económica y demográficamente los hogares, las familias y también las parejas están transformándose. Hoy no todas las relaciones aspiran a casarse, tener hijos o siquiera compartir la misma casa.

Monserrat tiene cinco años con David; son adultos con un empleo formal, económicamente estables e independientes, y aunque en algún momento hablaron de irse a vivir juntos, finalmente decidieron que lo mejor era que cada quien siguiera en su propia casa. Es un fenómeno social que se le denomina LAT, por las iniciales en inglés “Living Apart Together”.

En español podría traducirse como “vivir separados, estando juntos” o para decirlo más coloquialmente: “viviendo juntos, pero cada quien en su casa”. No se trata de simples noviazgos, sino de relaciones serias y estables (incluso, algunos son matrimonios) donde la nueva fórmula -más práctica y no por ello menos amorosa- es no vivir bajo el mismo techo. Pueden verse a diario y pasar algunas noches juntos, existe amor, respeto y tienen proyectos a futuro, pero en sus acuerdos no está el cohabitar.

En países como Suecia y Noruega se tiene plenamente identificado este fenómeno, así como en Estados Unidos y algunos otros países europeos. En España, por ejemplo, hace poco más de una década 8% de las mujeres en pareja vivían en una relación LAT, según el estudio “Living Apart Together en España. ¿Noviazgos o parejas independientes?”, publicado en 2012 por la Revista Internacional de Sociología (RIS).

Cuando una o ambas partes de la pareja son personas que vienen de un divorcio y tienen sus propios hijos, la convivencia les resulta más sana si cada quien vive aparte, en su propia casa. En el caso de las mujeres económicamente independientes, el modelo tradicional de pareja hoy puede resultarles poco atractivo. ¿Por qué? Porque en las uniones convencionales aún existe una importante brecha de desigualdad en los roles dentro del hogar, donde las tareas pocas veces son compartidas y el mayor peso sigue recayendo en las mujeres. Entonces, mejor cada quien en su casa. 

El estudio que se realizó en España señala que 11% de las mujeres en una relación LAT son cabeza de familia, y que “se identifican como la persona principal del hogar y rechazan el matrimonio; su perfil responde a mujeres de mediana edad, independientes laboralmente y con hijos”. 

“No quiero perder mi propio espacio, mi estabilidad. Soy autosuficiente y vivir juntos implicaría rentar un espacio más grande, serían más gastos, organizarnos con varios temas y tendría menos tiempo para mis cosas. Mejor cada quien por su lado, así estamos bien”, me compartió Monserrat, que prefiere seguir como pareja LAT.

¿Por qué dos personas que se quieren no viven juntas? Quizás porque para vivir también el amor se adapta; la concepción de pareja va cambiando y los acuerdos se van ajustando con el tiempo. Habrá quienes seguimos creyendo en el romanticismo de despertar juntos todos los días, pero al final lo que puede hacer duradera o no una relación es que esté cimentada sobre los mismos valores: amor, confianza, madurez y compromiso. 

Por lo pronto, dirían las parejas LAT: te quiero... pero de lejecitos.

Instagram: vania.dedios
 

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