Ideas

Para niños de todas las edades

Mucho se ha hablado en los últimos años del daño que han hecho los cuentos de hadas a las relaciones humanas en una particular generación. Yo no lo creo, o no lo vivo así. En algunos casos, se han querido modificar los planteamientos bajo distintas ópticas contemporáneas que hoy tienen todo el derecho a tener un lugar y una voz, pero que sin aquellas tramas, no existirían. Dicen que al habernos creído todos esos maravillosos cuentos que nos leyeron de niños, mágicamente instalamos el pensamiento de que solo eso (lo increíble) nos habría de suceder en nuestra adultez y nos habríamos ahorrado la vida real, como si, por culpa de ellos, no nos diéramos cuenta de que como no íbamos a ser princesas y nadie nos iba a rescatar y que, por supuesto, estaba prohibido, no podíamos fantasear con la idea de serlo.

Los cuentos de hadas, al ser dirigidos principalmente a niños (de cualquier edad), ayudan a experimentar emociones y vivencias a las que no se llega a pie. Son, por decirlo de la mejor manera, el primer gran atajo para ordenar o vivir en relación a uno o a varios personajes, nuestro carácter, nuestro momento por el que estamos pasando y nuestras fantasías. Quien diga que la fantasía es el enemigo para vivir en el mundo real con todo lo que él implica está completamente equivocado. Es precisamente la fantasía y, a través de la imaginación, la que nos ayudará a volver a construirnos como queramos experimentarnos, rehacernos, replantearnos y renacer buscando ser alguien más, alguien mejor, alguien nuevo, “solo” con la ayuda de una varita mágica, una hada madrina, un beso de amor verdadero o unos amigos en el bosque y sin tener que perder la propia voz. Los cuentos de hadas son mucho más que una tradición a la que Disney nos sometió a su modo. Recuperémosla, en una de esas, hasta nos recuperamos a nosotros mismos. Total, quien haya dejado de ser niño, que tire la primera piedra.

argeliagf@informador.com.mx

@argelinapanyvina

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