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"Pac-Man" para cambiar de sintonía

El mundo entero está obsesivamente sintonizado con los avances del coronavirus, las sensibles pérdidas humanas y sus devastadoras consecuencias económicas. Esta pandemia trajo consigo grandes cambios, entre otros, la aceleración de lo que muchos futuristas anticipaban sobre la digitalización y virtualización de todas las interacciones humanas. Sin embargo, hay otros cambios que no fueron visualizados. ¿Quién iba a imaginarse que veríamos a una bandada de palomas desesperadas en las plazas europeas a falta de comida, ratas que a la vista de todos salen en busca de alimento en Nuevo Orleans (que solían comer de los desperdicios de los restaurantes) o un grupo de pavo reales caminando por las calles de Madrid? ¿Hubiéramos imaginado a los hoteles en Nueva York como hospitales, General Motors produciendo ventiladores y barcos de pasajeros varados en altamar sin poder atracar? Y lo que nos falta por ver.

En estos momentos y en este contexto, me acordé de un viejo videojuego que seguro muchos de ustedes conocen, “Pac-Man”. De alguna forma, al ver las noticias y ver el avance de COVID-19 por el mundo pareciera que en un macro-tablero mucho más grande, vamos todos como humanidad corriendo y tratando de escapar de los cuatro fantasmas que representan al coronavirus, con forma circular y sus uñitas persiguiéndonos por donde quiera que vamos. 

Este videojuego resultó ser el que más se ha vendido en la historia, pero lo realmente interesante son las motivaciones de su creador al momento de hacerlo. En 1980 recién despuntaba la industria de videojuegos y como muchas cosas, creció pensándose en un público masculino, con personajes, situaciones y escenarios violentos o de peligro. Toru Iwatani, quería hacer algo diferente. El japonés reflexiono en qué podría ser eso que uniera a hombres, mujeres, parejas y familias en un videojuego y así mientras comía una pizza se le ocurrió que el acto de comer era lo más universal, de ahí la forma redonda con una apertura de este personaje, igual que una pizza a la que le falta un pedazo.  

La gran lección, como ya se ha dicho muchas veces, es que la inclusión además de ser un imperativo social, es buen negocio. Las empresas que incluyen en sus equipos directivos a más mujeres han visto 26% más de rendimiento del capital invertido en comparación con empresas sub representadas por ellas en sus equipos. En México, según un estudio de Deloitte únicamente 6% de los consejos de administración están conformados por mujeres y de 43 empresas públicas analizadas no había una sola CEO, por debajo de la mayoría de países en América Latina y la media global. 

Todo esto para concluir, que en tiempos del coronavirus – como se acostumbra a decir ahora – no debemos olvidar la importancia de jugar. Tal vez un poco para reflexionar sobre lo mucho que el mundo está cambiando, sobre temas de inclusión, pero sobre todo, para desconectarnos y liberar tensión. Durante esta pandemia, estamos constantemente preocupados, incomodos o ansiosos, distraernos es imperativo para que nuestro cerebro recargue batería, evite deprimirse y libere endorfinas al reírnos de las pequeñas victorias en el tablero virtual. La risa, que por milenios continúa siendo la mejor medicina para nuestro cerebro. Experimentar con la nueva música 8D o bien con juegos familiares, pueden ser un necesario descanso. Sin recargas y mentes saludables, difícilmente vamos a encontrar las nuevas fórmulas y recetas que en la gran cocina de la humanidad, urgentemente vamos a necesitar. 
 

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