PRI, acto de contrición
Lo del domingo 1 de julio fue una auténtica paliza al PRI. Por donde se le quiera ver ese partido político quedó hecho pomada.
A sus militantes, sobre todo a quienes les tocó vivir la época de la poderosa hegemonía, les va a costar mucho trabajo digerir que no sólo dejaron de ser una fuerza política importante, sino que pasará mucho tiempo para que se puedan recomponer, si es que tienen compostura.
Los menos pesimistas hablan de una refundación del partido. Pero se antoja muy complicado porque la escena hoy la domina Morena, la de López Obrador, que a fin de cuentas se mueve ya como un nuevo PRI, con un líder todopoderoso, con encanto y el respaldo absoluto, y fuertemente sustentado en grupos populares y sindicales que se han convertido en incondicionales del tabasqueño y que estarán con él a capa y espada.
Al PRI le queda repensar muy bien las cosas. Es importante el hecho de que dejará de recibir los cuantiosos recursos que le llegaban antes, y ya sin ese dinero y sin el poder habría dejado de ser negocio para sus integrantes.
Por eso quizás se dio la enorme migración poco a poco de priistas a las filas de Morena. Por el negocio.
Pero el PRI podría hacer algo muy útil. Un acto de contrición.
Ya que la corrupción fue la piedra más grande de las que terminaron por sepultar al partido, podrían sus integrantes salir públicamente a explicar cómo lo hacían (cómo se enriquecían), para evitar que en el nuevo Gobierno se repitan esas prácticas.
Podrían empezar por explicar por ejemplo la mecánica para hacer negocios por medio de las obras públicas, o de las oficinas de compras de las distintas dependencias. Dejar claro cómo es que funcionarios muy menores, con sueldos teóricamente limitados, fueron capaces de tener distintas casas propias, autos, hijos estudiando en el extranjero. Y además resistir cualquier investigación anticorrupción en su área.
Explicar las maquiavélicas triangulaciones para llevar a cabo las estafas maestras.
Deberían explicar cómo es que consiguieron que el presupuesto rindiera para que tantos y tantos de sus colaboradores tuvieran sus minitas de oro.
Además, sería interesante conocer con precisión cómo es que pudieron seguir haciendo de gobernar un buen negocio a la par de que desarrollaban cada vez más leyes, formas y candados para supuestamente combatir a la corrupción.
Quizás los morenistas (los que ven su llegada al poder como negocio) no estén muy interesados en que se den a conocer y se descubran las sofisticadas maneras de vivir de la corrupción sin parecer serlo, pero nosotros sí, como sociedad.
Necesitamos más herramientas para estar muy atentos y alerta, y ver por dónde podemos evitar el desfalco. Como sociedad debemos procurar que los recursos efectivamente lleguen íntegros a combatir la pobreza, la desigualdad, la impunidad, y que no se queden engrosando los bolsillos de una recién llegada nueva jerarquía política.
Quizás al PRI no le serviría de mucho este acto de contrición, pero sería la más fantástica aportación al país y una jugada de sacrificio a la altura de lo que se está viviendo en México.
(platapi.en.i@hotmail.com)