Otro nuevo orden mundial
“El mundo no volverá a ser como antes”, advierte Xi Jinping en su discurso de inauguración del Foro Económico de Davos, Suiza, que se llevó a cabo a fines de enero pasado. El presidente de la República Popular de China que, además, es el secretario del Partido Comunista Chino.
En su discurso triunfalista presumió ser la única economía que ha crecido pese a la pandemia del coronavirus de la que salió victoriosa y alentó a los demás países a seguir su ejemplo. “En China estamos siguiendo el camino hacia un país socialista moderno. Ahora desempeñamos un papel más activo para fomentar la globalización económica mundial, que sea más abierta, inclusiva, equilibrada y beneficiosa para todos”. Presumió.
Del grupo de países que forman el G-20, China fue el único que creció (2.3%) en 2020. El líder chino sentenció que no debemos dejar imponer unos sistemas sociales y culturales por encima de otros.
La realidad es que China ha prosperado dentro del régimen comunista porque suprimió las garantías individuales y estableció una dictadura de partido único que no admite disidentes, una rebelión se castiga con la pena de muerte, como lo hace con el grupo étnico de la minoría Usgiar que somete y explota en campos denominados como “Centros de adecuación ideológica y entrenamiento profesional”.
La expresión “Nuevo Orden Mundial” se ha utilizado para referirse a un nuevo periodo de la historia; no confundirlo con la 4T de López Obrador, este es en serio, se pretende reconocer que hay cambios drásticos en las ideologías políticas y en el equilibrio de poderes, incluso de los paranormales, como es la Teoría de la Conspiración que afirma la existencia de un plan diseñado para constituir un Gobierno único controlado por sectores elitistas, en donde están los hombres más ricos y poderosos del mundo.
Los presidentes Gorbachov y Bush padre usaron el término Nuevo Orden Mundial para definir el periodo posterior a la Guerra Fría que se caracterizó por el espíritu de cooperación de las grandes potencias.
Desde entonces han pasado cuatro décadas durante las cuales hemos visto un gran desorden mundial.
Tal vez después de que pase esta pandemia llamada COVID-19 los cambios de hábitos en todo el planeta nos obliguen a llevar una conducta menos bélica y se consiga que disminuyan los conflictos armados, se modere el capitalismo globalista que aumentó la desigualdad entre ricos y pobres y se democraticen los países socialistas. Un justo término entre capitalismo y socialismo sería de gran utilidad para tomar lo bueno de cada una de estas doctrinas económicas y sociales. Que se logre abatir el índice de distancia entre pobres y ricos, que se modere el socialismo dejando paso a los derechos humanos.
Queda poco tiempo para que las naciones que forman el G-20 se reúnan del 13 al 16 de mayo en Singapur en el Foro Económico Mundial. Esperamos que se diseñe un plan para apoyar a los países que han sufrido mayores daños económicos con la pandemia y que el orgullo político no deje fuera a México.