“Otras notas sobre el mundo ramámuri”
A mi solitaria lectora la señora Vallejo, le agradezco sus conceptos y sobre sus dudas sigo tratando de aclarar que entre esas personas no existe una cercanía natural, lo cual no es extraño si nosotros comparamos, por dar un ejemplo, nuestra cercanía en materia social con pueblos como los japoneses que, aun siendo amables, no usan tantos símbolos de afectuosidad, simplemente tenemos diferentes formas de expresarnos.
Recuerdo hace muchos años, un gran poeta y amigo Jorge Jiménez Aguirre, que ya murió y al que solo le reprocho que era tan exigente consigo mismo que guardó para él lo que había escrito y salvo algún poema suelto que conservo es muy difícil encontrar su obra, lo cual es una lástima porque a mi juicio era de gran calidad; pues él me contó que cuando un miembro de este grupo social quería ver a otro, no llegaba directamente de visita a su casa, sino que se acercaba a cierta distancia a la vivienda, de manera que pudiera ser visto por los habitantes de ésta, mismos que, si así lo consideraban, pasado un rato lo invitaban a acercarse sin que el visitante ni el dueño de la casa pensaran que era una descortesía.
Sienten como si tuvieran un recuerdo de tiempos mejores, de épocas en que todo lo que había por ahí era de ellos hasta que llegaron los españoles y aunque no es frecuente que lo digan, sí lo manifiestan en ocasiones y sobre todo cuando se sienten despojados de tierras o de recursos naturales. Y esto es más visible porque la etnia, a través de sus ritos anuales pretende adecuar su mundo a los designios divinos en que, podríamos decir, retoman la historia para mediante ellos reintentar rehacerla, de tratar de rearmonizar el todo de la manera en que ellos lo conciben.
Ellos, en la búsqueda de la rearmonización del todo -según afirman los autores del artículo en comento- buscan desechar lo espurio recuperando la libertad y autonomía de su pueblo, y usan una palabra que según los autores fue mal traducida como “pedir perdón” siendo que su concepto es mucho más amplio que el perdón occidental, pero así lo tradujeron, lo que se aclara porque es una noción más extensa.
Rituales como ese nos llevan a simbolismos más entendibles para nosotros: cuando en Semana Santa se mata a Judas, eso está cargado de signos que lo hacen encarnación del hombre extranjero que llegó con todos sus males. El rechazo es brutal -siguen comentando los autores- porque en el fondo se está rechazando la situación actual y la conquista, y con ello se habrá recuperado la realidad originaria, la purificación de la creación y se empezará un ciclo nuevo en que los males, entre ellos la invasión, se vuelvan a hacer presentes corrompiendo el universo y así llegará de nuevo el momento de recuperar la armonía originaria.
@enrigue_zuloaga