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Orígenes (y actualidad) de la vida urbana: Çatalhöyük

Violencia, hacinamiento, enfermedades y contagios, problemas ambientales: suena a diagnóstico (o más bien a simple observación) de Guadalajara en 2019. Pero tal parece que a lo largo de la historia ha sido mal de muchos, aunque los países y culturas más exitosos han logrado hasta cierto punto controlar esos males que pueden acabar con las ciudades, con la urbanidad y la civilización de las que son raíz y cuna (pero sólo cuando se logra darles buenas condiciones y buen gobierno).

Ese rosario de males fue la causa, según los expertos, de la destrucción del conjunto urbano mejor preservado que puede estudiarse de la era neolítica, un asentamiento de más de nueve mil años que descubrió en 1958 un grupo de arqueólogos británicos en el sur de Anatolia, en lo que hoy es Turquía. El lugar, al que los turcos le pusieron el enrevesado nombre de Çatalhöyük (suena así como “Chataljeyik”), es una de las primeras comunidades proto-urbanas, un asentamiento que duró cerca de dos mil años, en la transición del nomadismo al sedentarismo. Los expertos consideran que desapareció por el año 5950 aC. Sus residentes, que se calcula que eran entre cinco y ocho mil, experimentaron lo que pasa cuando se amontona mucha gente durante largo tiempo en un ámbito reducido. Según los expertos de la Universidad de Ohio que últimamente han estado trabajando en las excavaciones, fue uno de los primeros ensayos de lo que por siglos seguiría (y sigue) pasando.

Por esas razones, los especialistas de distintas disciplinas e instituciones internacionales han participado a lo largo de los años en los trabajos en Çatalhöyük, que ha dado información importante no sólo a los arqueólogos sino también a los biólogos, patólogos, antropólogos... Los habitantes del lugar tenían ya ciertos cultivos y algunos animales domésticos (gallinas, burros, vacas, corderos) y su dieta evolucionó de la de los cazadores-recolectores, basada en la caza y la fruta silvestre, a la basada en granos, propia de las poblaciones sedentarias.

También se desarrollaron la producción de objetos de cerámica y madera y oficios como la sastrería y la manufactura de herramientas. Había intercambio de productos, que es la primera forma de comercio. De gran importancia son también las muestras artísticas y las pinturas murales, que incluyen una vista panorámica del poblado y otros planos, que son los ejemplos más antiguos de mapas conocidos en el mundo. Las viviendas eran contiguas entre sí y estaban unas sobre otras, sin calles, y no hay palacios ni grandes residencias. En los lugares de culto se han encontrado estatuas de cabezas de toro. El estudio de los restos humanos (unos 740 individuos) muestra las enfermedades, sobre todo contagiosas e infecciosas, que azotaban a la población, pero también, en un 25% de los cráneos hallados, traumatismos por golpes: parece ser que la convivencia entre vecinos no era exactamente pacífica. Para acabar con el cuadro, la paulatina deforestación del entorno (erosión por cultivos y corte de leña) y la desertificación consiguiente forzaron a los lugareños a buscar condiciones de vida más tolerables.
 

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