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Odebrecht, EPN y la corrupción en México

Las evidencias son contundentes: la trama de corrupción de la constructora brasileña Odebrecht alcanzó al gobierno mexicano y al equipo de campaña presidencial de Enrique Peña Nieto. 

La investigación del periodista Raúl Olmos reveló que un funcionario de la empresa Braskem acompañó “de tiempo completo” la campaña presidencial del priista Peña Nieto en 2012, según reveló Carlos Fadigas, ex director de Braskem y quien ahora opera como testigo protegido para la justicia de Brasil. En esa misma fecha, Braskem (filial de Odebrecht) depositó 1.5 millones de dólares a la empresa Latin America Asia Capital, de las Islas Vírgenes, que según testigos protegidos de la justicia brasileña, está vinculada a Emilio Lozoya Austin, quien era el coordinador de Vinculación Internacional de Peña Nieto en la campaña presidencial. 

¿Ese dinero entró a la campaña presidencial de Peña Nieto? El vocero de la presidencia, Emilio Lozoya y el PRI lo niegan, pero la mayoría de la sociedad mexicana no tiene duda de que sí hubo dinero ilegal en la campaña priista de 2012. Para sostener lo anterior basta recordar la excesiva y dispendiosa campaña electoral que hizo el entonces candidato del PRI. El límite de gasto de la campaña presidencial en ese año fue de 366 millones de pesos, tope que el PRI y su candidato rebasaron por varios tantos. La comisión legislativa especial que se integró para investigar el posible uso de dinero ilegal en la campaña de Peña Nieto (conocida como Monex por los monederos electrónicos de esa empresa que distribuyó el PRI) sostuvo que la campaña priista pudo haber costado hasta 4,599 millones de pesos, es decir, 12 veces más del tope oficial. 

¿De donde salió todo ese dinero que financió la campaña presidencial priista de 2012? Una parte pudo haber salido de Braskem-Odebrecht, pero es obvio que hubo otras fuentes más de financiamiento ilegal. Peña Nieto y su administración están manchados de corrupción desde su origen, y ese ha sido el sello característico de su gobierno. 

Se podría confirmar que hubo dinero ilegal en la campaña de Peña Nieto si hubiera una investigación independiente y a fondo, pero eso no va a ocurrir en México. La trama de corrupción de Odebrecht ya ha tirado varios gobiernos y presidentes en al menos media docena de países. Es difícil que esto ocurra a pesar de las evidencias de corrupción del gobierno, porque en México el poder político controla a las agencias de procuración de justicia. Peña Nieto no va a cometer suicidio. 

Este caso, por lo demás, confirma que la corrupción en el país no es cultural, como dice estúpidamente Peña Nieto, sino sistémica, un componente necesario para la reproducción del sistema político. Sin dinero ilegal, la partidocracia no funcionaría, sin corrupción, no había campañas por el poder. La corrupción es parte consustancial del sistema político. Si se quiere eliminar la corrupción, hay que desmontar este sistema político y construir otro.

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