Ocotlán, ¿otro narco-territorio?
Si ayer me referí aquí a los desplazamientos de población que ha provocado la grave crisis de seguridad y violencia en la zona Altos Norte de Jalisco, principalmente en el municipio de Teocaltiche por los continuos enfrentamientos entre sicarios del Cártel Nueva Generación (CNG) y el Cártel de Sinaloa que se disputan su territorio, y lo que sucede en el municipio vecino de Encarnación de Díaz donde en el último año y medio han ocurrido cinco ataques a mandos y elementos policiales, que han cobrado la vida de seis uniformados, toca ahora hablar de los también periódicos sobresaltos violentos que han padecido por años los habitantes del municipio de Ocotlán, en la zona de la Ciénega.
El último ocurrió el fin de semana pasado cuando, según se difundió en videos a través de las redes sociales, presuntos integrantes del CNG, con pertrechos paramilitares con sus insignias de las cuatro letras y fuertemente armados, caminan por una de las principales avenidas de la cabecera municipal escoltados por lujosas camionetas y motociclistas, exhibiendo a tres hombres señalados de ser ladrones.
Pese a todo este despliegue, de ir comunicando a gritos que eso les pasaba por rateros, llevarlos esposados y con letreros colgados de su cuello en los que se leía: “Esto me pasa por rata”, las patrullas de la Policía municipal nunca llegaron a detenerlos por usurparles su función, como tampoco lo hizo alguna patrulla estatal o alguna otra de la Guardia Nacional, que tiene ahí una base operativa.
Lo preocupante es que horas después de que se viralizaron estos videos de los sicarios haciendo alarde de impunidad, la Comisaría de Seguridad Pública de Ocotlán se justificó señalando que no habían recibido ningún reporte ni denuncia de la población.
Este nuevo desplante delincuencial en Ocotlán, como el ocurrido apenas en octubre pasado cuando elementos de la GN hirieron a dos que participaron en una manifestación que se tornó violenta para exigir su salida del municipio y que la corporación federal atribuyó la protesta a grupos de la delincuencia organizada, o el de febrero de 2018 que con barricadas y quema de llantas también protestaron por la presencia de policías federales, vuelve a prender los focos rojos de lo que pasa en ese municipio jalisciense de la zona de la Ciénega que ha estado por años permeado por grupos del crimen organizado y que se evidenció como nunca con la venganza policial ocurrida en el Rancho El Sol en Tanhuato, Michoacán, en la zona limítrofe con Jalisco el 22 de mayo de 2015, cuando se cobraron la vida de cinco elementos de la recién creada Gendarmería, asesinados dos meses antes en la cabecera municipal, con la muerte de los “42 Guerreros” como los recuerdan sus familiares en Ocotlán.
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