Ideas

Nuevo confinamiento

Durante muchos meses en el año pasado se habló de la “nueva normalidad”, un eufemismo para nombrar a esa “normalidad” que nunca volvería. El mundo es otro desde que la pandemia traspasó fronteras, rompió ideologías y se coló casa por casa, habitación por habitación, sin distingo alguno. Nos cuesta trabajo aceptarlo, pero nada hay de normal, si entendemos por ello regresar de aquellos lejanos años de antes del bicho.

En marzo, gracias al inicio del proceso de vacunación en todo el mundo, pensamos que habíamos vencido a la pandemia y nos preparamos, psicológica y físicamente, para regresar a la normalidad, no a la nueva, sino a la vieja, anormalidad normal.

Bajamos la guardia, pensamos que la pandemia de COVID-19 era cosa del pasado y comenzamos a hablar en pasado. La realidad, como siempre, nos azotó y, valga la metáfora, la ola nos revolcó.

La llamada tercera ola, que no es sino la evolución esperada por los expertos de la epidemia, nos encuentra más descolocados y con la guardia baja. Entre los negacionistas, la debilidad de los gobiernos y la imposibilidad de la mayoría de las familias mexicanas de regresar al confinamiento, hoy enfrentamos una nueva etapa de la epidemia con menos capacidad  de reacción que hace año y medio. Tenemos más, mucho más, información sobre el virus y tenemos vacunas logradas en tiempo récord gracias a la ciencia, sin embargo, hay dos elementos que hacen que la pandemia sea hoy más compleja: la falta de credibilidad de las autoridades y una economía que no termina de arrancar.

Ante la nueva etapa de contagios, el nuevo confinamiento es una necesidad imperiosa, pero al mismo tiempo imposible. Los costos no solo económicos sino políticos y sociales de un nuevo encierro y cierre de algunas actividades lo hacen parecer imposible, particularmente en el sector educativo. Ningún gobierno, ni el federal ni los estatales tienen la credibilidad y la fuerza para convencernos de que hay que quedarnos en casa, pero sobre todo no es opción. Si antes el confinamiento era un lujo de unos cuantos hoy es simplemente imposible.

Hace meses que los gobiernos dejaron de gestionar la pandemia para dedicarse solo a acompañar la tragedia. Hoy más que nunca las decisiones de cómo enfrentar el problema está en cada familia, en cada empresa, en cada persona. El regreso a clases, la forma de trabajar y de socializar, el nuevo confinamiento no vendrá de políticas públicas, sino de decisiones personales. 

"Bajamos la guardia, pensamos que la pandemia de COVID-19 era cosa del pasado y comenzamos a hablar en pasado. La realidad, como siempre, nos azotó y, valga la metáfora, la ola nos revolcó".

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