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Nueva normalidad: medidas urbanas contra la pandemia

Es importante, en medio de la actual emergencia, pensar sobre las medidas urbanas que, de acuerdo a la nueva normalidad requerida, es preciso establecer con urgencia en nuestras ciudades. En primer lugar las medidas sanitarias que ayuden a contener y aminorar los ataques de infecciones diversas. Recuérdese que ahora se debe aprender una lección básica: ciudades insalubres son mucho más fácilmente atacables y vulnerables, en la actualidad y en el futuro visible.

En uno de los primeros lugares entre los factores de vulnerabilidad, y este también de escala planetaria, se encuentra el calentamiento global. Asociado al anterior, la persistente contaminación de diversos tipos. Cada ciudad, cada región, tiene como obligación, y tendría que tener como prioridad absoluta reducir su huella de carbono por todos los medios posibles. Este esfuerzo aportaría la colaboración de zonas metropolitanas completas al esfuerzo mundial. Y al mismo tiempo contribuiría poderosamente a la mejora general de la calidad de vida, y por tanto a la reducción de la vulnerabilidad de la población frente a fenómenos como el coronavirus.

¿Qué hacer de inmediato para instaurar una nueva normalidad eficiente y asequible?  

Plantar árboles, la mayor cantidad de ejemplares adecuados posibles, en todos los contextos de la ciudad. Una urbe con una satisfactoria cubierta arbórea (green canopy) en mucho reduce la contaminación (aérea, auditiva, estética) y colabora de inmediato a la mejora y el saneamiento del medio ambiente.

¿Cómo hacerlo? Haciendo cumplir los reglamentos municipales, que obligan a plantar un árbol apropiado cada seis metros lineales de todos los predios de la ciudad. De esta manera, tendríamos, con la colaboración de la ciudadanía y la acción enérgica de las autoridades, una ciudad varias veces más verde y resiliente. Un nuevo paisaje urbano y una mucho mayor salud general en menos de dos años.

Otra de las principales medidas es hacer parques, todos los parques posibles. Que aseguren para cada barrio y colonia un satisfactorio esponjamiento y una indispensable distancia social al realizar actividades al aire libre. Que propicien el bienestar climático, que absorban en su subsuelo o superficie toda el agua pluvial posible. Lotes baldíos de todos los tamaños, superficies adecuadas en todos los edificios públicos, estacionamientos de todo género: otras tantas medidas para reforzar una ciudad más salubre y más habitable.

Se podría decir que tomar las medidas anteriores es radical, utópico. No lo es: estamos en plena emergencia y es indispensable tomar medidas de fondo. Los ejemplos internacionales abundan. Los costos, dada la crisis, serían accesibles. Y los beneficios inconmensurables y contundentes. 

A grandes males grandes remedios. Estamos obligados, muy literalmente, a que la próxima y nueva normalidad sea una reforma verdadera de nuestra vida urbana. No podemos ni escatimar esfuerzos, ni recursos. Debemos tener una visión amplia, accesible, generosa.

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