Nuestro Guillermo Del Toro
Hay obras maestras y personalidades opacas. Hay artistas que irradian energía en persona, pero esa energía no está en su obra. Nada de lo anterior está bien o está mal… Es… Pasa, pasa mucho y está bien, pero… Por eso precisamente me llama tanto la atención Guillermo del Toro.
El cineasta es ya un icono mundial, sin querer o queriendo terminó representando más que dignamente a México y a Jalisco en las más selectas y alternativas plataformas cinematográficas del mundo. Habrá películas que nos gusten más que otras (mi favorita es “El laberinto del Fauno”) peros sus logros artísticos han trazado no solo para las generaciones futuras sino para nosotros (la generación actual, los adultos, los inmediatos todos) una profunda esperanza. Guillermo es un símbolo ya y los símbolos existen para eso: para influir en las sociedades dinamizando en el inconsciente nuevas fórmulas.
En esta comunicación no consciente ¿qué nos dice el autor de “Cronos”?
Memo sigue protegiendo los mundos y las metáforas en las que creyó. Eso es escandalosamente difícil en un entorno artístico nivel Hollywood que te exige de todo para poder encajar, para ser apoyado, para pertenecer. Ese doloroso periplo que observo desde lejos como lo que soy (una de sus miles de admiradoras) me conmueve hasta la médula más monstruosa de mi ser. Porque hay muchos caminos para el éxito, pero la autenticidad es el más difícil.
Creo que una de las cosas que más amo de Guillermo es cómo empatiza con nosotros, los mortales, los que aspiramos a construir algo (proyecto, poema, película, familia, chamba, festival) los que vivimos la renuncia del ideal romántico, las pequeñas derrotas de todos los días, los fracasos que nos rompen el alma, la falta de apoyo para hacer lo que soñaste, el miedo, la duda y la siempre impertinente desilusión. Guillermo es la prueba, la antorcha de una posibilidad de construir otro mundo o quizá el mismo, pero a nuestro modo.
Su reciente incursión en el Paseo de la Fama también (¡gracias Memo!) fue utilizada como estandarte -por él mismo- para hablarnos a todos los mexicanos, los latinos, el mundo entero en un momento crucial.
Perdón, no a todos, a los migrantes específicamente.
“Deben saber una cosa”, dijo, “yo soy migrante”, esto en un contexto histórico donde se cuentan 22 fallecidos por una inexplicable matanza (llevada a cabo por un supremacista blanco) en El Paso, Texas hace apenas unos días. Pidió no tener miedo, ni odio porque dividen.
Guillermo ha trascendido su cineasta, Guillermo abrió con su carrera y su impecable ética un camino que no existía, abrió la brecha porque es un pionero, una estrella de nuestro tiempo que se volverá -ojalá- una historia clásica a la que habremos de recurrir cuando la noche sea muy oscura.