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Nubes negras sobre Nissan

El segundo trimestre de 2019 mostró números complicados para Nissan a escala global. La marca, segunda en Japón y parte de una alianza con Renault y Mitsubishi que las hace juntas ser el mayor fabricante y vendedor de autos en el mundo, anunció una caída de sus utilidades por nada menos que 98.5 por ciento. El resultado es una utilidad de alrededor de 15 millones de dólares, lo que no es nada para la operación de una compañía de ese nivel y apunta hacia pérdidas en el futuro inmediato. Lo más preocupante es que en este momento no se ven muchas opciones de salida, algo en lo que —todos esperamos— están trabajando para cambiar.

Hace 20 años Nissan también estaba en una grave crisis. Sus productos eran viejos, poco atractivos para el mercado, aunque reconocidos por su fiabilidad. Las ventas obviamente iban a la baja y las pérdidas muy difíciles de administrar. Entonces llegó Renault. La marca francesa compró 43.4% de sus acciones y nombró a su ejecutivo más brillante para sanearla: Carlos Ghosn. El brasileño, que también ostenta pasaporte francés y libanés, arribó con ganas de repetir lo que ya había hecho en Michelin anteriormente, tanto en Brasil como en Estados Unidos. Entre sus primeras palabras una frase se me quedó grabada: “No hay crisis que buenos productos no resuelvan”. Y los buenos productos comenzaron a salir de las tablas de diseño y las plantas de Nissan, con el Altima al frente, un sedán que finalmente adoptaba el tamaño y la forma correctos para el mercado de Estados Unidos. Luego vinieron los entonces muy buenos March, Versa, Pathfinder, Maxima, 350Z y GT-R, la cereza del pastel hasta hoy, que sigue siendo referencia en autos deportivos aún 12 años después de su lanzamiento y habiendo pasado por un solo cambio menor.

El efecto Ghosn

Los resultados no se hicieron esperar. Nissan no solo salió de su crisis sino que en tres años generaba dinero y su margen de utilidad era la envidia de muchos. Durante su periodo al frente de Nissan, Ghosn la sacó del tercer lugar en Japón, rebasando a Honda. En EU, llegó a poner por primera vez un vehículo entre los 10 más vendidos y alcanzar cerca de 10% del mercado de ese país, aún el más rentable del mundo. En México la elevó a líder, lo que aún es vigente, pero por un margen mucho menor que hace cinco años. En una maniobra espectacular, consiguió comprar a Mitsubishi por la mitad de su precio de mercado y formar así la mayor alianza del globo. También lanzó el Leaf, el primer vehículo eléctrico de ventas masivas en el mundo y hasta hoy el más vendido con esa propulsión.

Su encarcelamiento —por supuesto fraude fiscal— en noviembre del año pasado produjo una tormenta en los mercados y hoy es apuntada como la segunda causa principal de la debacle de Nissan, después de la edad de sus productos, algo del cual Ghosn también es responsable.

Muchos analistas apuntan hacia Corea cuando buscan un culpable de la caída de Nissan. Hyundai (y Kia) ofrecen al mercado vehículos que Nissan solía ofrecer: con buen diseño, seguridad y valor/precio.

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